domingo

Luz interior

Lo imaginó Lorenzo, pero fue Leire la que se ocupó de todo.


Después de la oscuridad vino lo que ellos llamaban la luz interior.
No sé cómo ni cuándo lo habían hecho, pero en el sótano había dos estancias forradas de espejos. 


Nos separaron, metieron a Lupe en una y a mí en la otra.

 
Se podía decir que mi habitación era un espejo perfecto. Techo, paredes y suelos en los que me veía reflejada hasta el infinito.

No solo era mi imagen la que se repetía, cada uno de mis pensamientos, presentes y pasados, rebotaba en las paredes pulidas de la habitación reproduciéndose sin fin.


Pensé que no podría resistirlo. Aquello era mucho peor que la oscuridad. 


Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

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