lunes

Llena de visitantes

Úrsula, que había aprendido de su madre el valor medicinal de las plantas, preparó e hizo beber a todos un brebaje de acónito, pero no consiguieron dormir, sino que estuvieron todo el día soñando despiertos. 

En ese estado de alucinada lucidez no solo veían las imágenes de sus propios sueños, sino que los unos veían las imágenes soñadas por los otros, era como si la casa se hubiera llenado de visitantes.

Gabriel García Márquez, Cien años de soledad

No hay comentarios: