viernes

La mujer del otro lado

Cuando se levanta por las mañanas para ir al periódico Carolina siempre oye a una mujer que gime tras las paredes. Es siempre entre las siete y las siete y media, y la pilla saliendo de la ducha, vistiéndose o desayunando.

Algunas mañanas los gemidos madrugan más y los oye desde la cama, la despiertan instantes antes de que suene el despertador. Carolina deja que suene la alarma durante unos segundos más para ver si la mujer la oye y, quizás, conseguir que pare.

Ocurre desde hace mucho tiempo, mucho antes de que Darío Varona apareciera en su vida, mucho antes de que cualquiera apareciera en su vida, al poco de mudarse a aquel apartamento. Al principio le divertía, Carolina se quedaba unos instantes escuchando e imaginando a una pareja joven haciendo el amor detrás de alguna de sus paredes, y se excitaba oyendo unos gemidos que empezaban débiles y crecían en intensidad mientras ella caminaba descalza por el apartamento vacío, elegía su ropa, se lavaba los dientes o se calzaba los zapatos.

Carolina escuchaba a una mujer gimiendo de placer de madrugada y terminaba excitada mientras la luz de la ventana iba clareando y ella se preparaba para ir a trabajar. 

Algunos días, sin darse cuenta, se viste de forma demasiado sexy para ir a la redacción y se pasa parte de la mañana pensando en aquella pareja, quiénes son, cómo son y, sobre todo, por qué solo se escucha a la mujer, a una mujer.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

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