[…] todos somos renegados en nuestro interior: nos tenemos por más revolucionarios, heterodoxos e iconoclastas de lo que los demás pueden percibir; cualquier oficinista se siente en secreto un aventurero, puede que doble la espalda diez veces al día delante del jefe, pero muy por dentro es Dick Turpin o Barbarroja; curiosamente, como nuestra conciencia define en buena medida nuestra identidad, tendemos a creer que ese ser oculto, que no actúa sino solo piensa, es verdaderamente nuestro yo.
José Ovejero, Escritores delincuentes
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