lunes

Oxígeno

— Tiens que salir del sótano pronto, Naza, para que no se quede a vivir en ti.
— ¿Tú cómo lo hiciste Gloria?
— Yo sigo allí, hay días como hoy que salgo a ver el mundo, pero hay periodos enteros en los que vivo allá abajo.

Gloria tenía el pelo recogido como una de esas estatuas de diosas romanas.

— ¿Cuándo puedo empezar a contarte lo que pasó allá abajo?
— Cuando tengas perspectiva y sepas distinguir lo de allá abajo con lo de acá arriba.
— No sé cómo hacerlo.
— Lo primero que tienes que hacer es un viaje en avión.

Sonreí, aquello parecía una clase de relato, dos niñas jugando a las metáforas.

— ¿Y dónde iremos?
— Iremos a Bolivia y subiremos a un lugar donde la altura es tan grande que el cerebro se queda sin oxígeno.
— ¿Me acompañarás?

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas


domingo

El palito más corto

—Agarra un palito me dijo Gloria extendiendo su puño hacia mí; de su mano cerrada sobresalía una docena de pequeños palitos como los que se usan para los helados.

Gloria vestía una blusa verde y una falda estampada muy larga o muy corta, no recuerdo bien.

 ¿Qué tengo que hacer?
 Solo tienes que respirar profundamente y sacar el palito más corto.
 ¿Y si no puedo hacerlo?
 ¿Cómo no vas a poder hacerlo? Hay un palito corto y once largos, ¿cuál es el problema. Naza?
 ¿La ley de probabilidades?
 ¿Es broma? ¿Acaso no estamos vivas contra toda ley de probabilidades? 


Gloria tenía razón, me acerqué hasta ella con la vista puesta en su blusa verde, respiré hondo y saqué un palito.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

sábado

Un árbol verde

Cuando salí del sótano comencé a visitar a una vidente. Se llamaba Gloria y recibía en un departamento luminoso en el piso veinte de un bloque con vistas a Parque Sarmiento.

Gloria era muy joven, tenía un suave acento mexicano y olía como si acabara de serrar un árbol verde.

El primer día comenzó por contarme que ella había vivido varios años en un sótano y que había creado un mundo interior tan rico que a menudo se perdía acá afuera y necesitaba regresar a él. Yo le hablé de mi sótano como el que habla de un recuerdo inventado del que necesitaba escapar.

Estuve visitando a Gloria todos los martes durante tres años. 

Nazaré Lascano

jueves

La fila interminable

El azar no escoge, propone, fue el azar quien le trajo la mujer desconocida, solo al azar le compete tener voto en esta materia, No le faltan desconocidos en el fichero, Pero le faltan los motivos para escoger a uno de ellos y no a otro, uno de ellos en particular y no uno cualquiera de todos los otros, 


No creo que sea buena regla de vida dejarse guiar por el azar, Buena regla o no, conveniente o no, fue el azar quien le puso en manos de aquella ficha, Y si la mujer fuera la misma, Si la mujer fuese la misma, entonces el azar sería ese, Sin otras consecuencias,


Quiénes somos nosotros para hablar de consecuencias, si de la fila interminable que incesantemente camina en nuestra dirección apenas podemos ver la primera, Significa eso que algo puede suceder todavía, Algo no, todo, Vivimos tan absortos que no reparamos en que lo que nos va aconteciendo deja intacto, en cada momento, lo que nos puede acontecer, quiere eso decir que lo que puede acontecer se va regenerando continuamente.


José Saramago, Todos los nombres

domingo

Avistamientos

Alguien puso un anuncio en el diario. Era un destacado en página impar, de lunes a viernes.


Decía que se había perdido una jovencita entre Ciudadela y San Justo. Decía cómo vestía, el color de sus cabellos y de sus ojos, su peso y su estatura, pero no decía nada de su edad. Llevaba falda roja y suéter blanco. Daba un número de teléfono y ofrecía recompensa. 

Mucha plata.


En la zona comenzaron a avistarse jovencitas igual que se avistaban ballenas en el Pacífico. La gente llamaba al teléfono del anuncio, aunque las chicas no vistieran ni de rojo ni de blanco, aunque no se parecieran en nada a la descripción. Cuando realmente se parecían fue mucho peor, hubo quien metió a alguna chica en su auto y se la llevó a su casa con intención de cobrar la recompensa. 



Nadie sabía quién había puesto aquel anuncio. Si se llamaba al número que figuraba en el diario saltaba una locución en la que una voz neutra, sin acento reconocible, daba una serie de instrucciones sobre qué hacer en caso de haber encontrado a aquella mujer desaparecida.


Yo también llamé. La voz decía que se protegiera a aquella joven, que no se la dejara marchar bajo ninguna circunstancia (esta frase la recalcaba), que se dejara un número de teléfono y una dirección y que se esperaran instrucciones. Dejé un número falso y una dirección falsa.


Mientras tanto los anuncios seguían apareciendo y por todo Buenos Aires se avistaban chicas en rojo y blanco. 

 
Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas




sábado

Fiesta de cumpleaños

–¿Qué era, según la llamaban ustedes, una «fiesta de cumpleaños»?

–Una fiesta que se organizaba en honor de un piloto que había sobrevivido a una situación que debería haberle matado. Tuvimos muchas, la verdad.


Entrevista al piloto alemán Erich Hartmann (1993)

Frecuentes distracciones

Una hormiga censurada por la sutileza de sus cargas y por sus frecuentes distracciones, encontró una mañana, al desviarse nuevamente del camino, un prodigioso miligramo.

Juan José Arreola, El prodigioso miligramo


viernes

Reliquias

Estuve enamorada del panadero. 

La frase puede parecer rotunda o imbécil, pero lo peor es que es cierta.
No hay fantasía, ocurrió, yo era una adolescente y él, bastante mayor que yo, traía el pan a casa a diario.

Yo adoraba el momento en el que la furgoneta del panadero sonaba al final de la calle. Adoraba el sonido de las banastas arrastradas por la acera y entraba en éxtasis cuando llamaba a la puerta.

También adoraba el pan que traía y que guardaba en mi armario, primero en los cajones de la ropa interior, después en lo alto del armario, más tarde por todo el cuarto.

Mamá acabó encontrando aquella colección de reliquias cocidas con harina y sal. Yo no tenía capacidad para inventar nada y le dije la verdad, pero no fue capaz de creerme, a ella también le gustaba el panadero y también se estremecía cuando le alargaba la bolsita de tela con el pan del día o cuando le daba las monedas, cada viernes en la tarde, momento en el que pagábamos la semana de pan y estremecimiento.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas


La riña

[...] es un óleo al seco en el que destaca, ante todo, la tenue elección de pinturas empleadas en la obra, en la que apenas hay contrastes ni claroscuros, pues prima en ella la sombra y la distorsión. 


La obra representa una riña entre dos villanas -entendamos por villanas a campesinas o habitantes de una villa- peleando entre sí.


Las formas, como en muchas otras de sus obras, se vuelven a perder. Todo parece estar un tanto difuminado y, aunque no es una obra impresionista, no existen líneas claras más que en unos cuantos elementos de la composición. 


Goya se adelanta a su tiempo, tanto en composición como con su pincelada suelta previa al impresionismo. A pesar de la violencia de la escena son, al fin y al cabo, formas suaves. 


Y es que esta obra parece tener un poco de todo: barroquismo, expresionismo, romanticismo, futurismo e impresionismo; y eso es lo que hace que Goya sea una figura tan importante y particular para la Historia del Arte.


herodotoycia.com

jueves

La manzana

marluz 34, june. 07th, 2021 at 00:12  to: robertopintado@hotmail.com

Hola Roberto.
Te escribo tras un semana leyéndote con exceso. Me habló de tu blog una expareja, no sé con que intenciones, al principio no le hice caso, pero una noche de insomnio acabé pasando del porno a tus relatos, ya me perdonarás. 

He leído cosas que no me han dicho nada y otras que me han hecho bailar las neuronas, no sé si estoy letraherida o tontita perdida, el caso es que vuelvo a esta web constantemente como a la manzana prohibida.

Si me preguntaran por qué lo hago no tendría una respuesta decente.

¿Dónde está lo real en este blog? ¿en esas fotos trucadas? ¿en esos textos plagiados? ¿en las flipantes alumnas de literatura italianas? ¿En esa mentira con acento argentino llamada Nazaré Lascano? ¿en ti mismo Roberto Pintado? 
Ya sé que estarás contento con una carta así, te doy permiso para publicarla pero no me respondas, prefiero el misterio.


Escribe más mentiras por favor.

M. Luz

martes

Algo que no estaba buscando

El sótano estaba cubierto de estanterías y las estanterías repletas de libros y en los libros, las estanterías y el sótano empecé a encontrar algo que no estaba buscando.

¿Alguna vez os habéis dado de bruces con algo o con alguien que no buscabais y que se hace inmenso e imprescindible?

Eso me pasó a mí con aquel sótano y con aquel personaje absurdo llamado  Lorenzo Castillo.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

El absurdo en México

Héctor era mexicano, de tal manera que el absurdo no le espantaba.


Subcomandante Marcos
Muertos incómodos


lunes

Un sótano maravilloso

Lupe y yo fantaseábamos con tener un sótano. Nos veíamos felices bajo el manto de la tierra como dos animalitos, pasando el invierno enterradas con mate caliente y galletas danesas. Soñábamos con días de lluvia en los que las gotas golpearan contra el suelo mientras nosotras jugábamos a los naipes o veíamos la televisión.

Las dos vivíamos en departamentos, por lo que lo del sótano era una quimera, pero un día conocimos a Lorenzo Castillo. 

Lorenzo era amigo del padrastro de Lupe, se conocieron porque uno atropelló al otro con el auto una noche en Palermo. No sé quién atropelló a quién, solo que habían tomado de más y en lugar de pelearse se hicieron muy amigos. Desde entonces Lorenzo visitaba con frecuencia a los viejos de Lupe, solía llevarles regalos estrafalarios, les prestaba dinero y les habituó a visitar algunos locales con mala fama, debió ser él quien manejaba el auto.

Lorenzo vivía en una casa unifamiliar en Lanús, Lupe la visitó alguna vez y, adivinen, tenía un sótano maravilloso.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

domingo

De la tierra al cielo

Pero no se podía hacer otra cosa que mirar a la Maga tan hermosa al borde de la rayuela, y desear que impulsara el tejo de una casilla a otra, de la tierra al cielo.

Julio Cortázar, Rayuela

Grandes relatos

Quédate aquí, mamá y yo te esconderemos.


sábado

A vueltas con el calcetín

Richy L., jun. 03th, 2021 at 01:59 to: robertopintado@hotmail.com


Mis felicitaciones a la autora del relato No lo recordaba. No sé la edad de esta chica, aunque la supongo joven, al parecer es de una clase de literatura española en un instituto italiano. Espero que siga escribiendo tan bien y con tanta intensidad. 

Por poner un pero, y esto se lo pregunto a usted directamente, señor Pintado ¿usted cree que es creíble lo del calcetín de colores? ¿Alguien ha cambiado el texto original por alguna especie de censura, moralidad o algo peor? ¿no cree que todo adquiere un mayor sentido si en la lavadora alguien hubiera puesto unas braguitas rojas y no un poco creíble calcetín de rayas verdes?

Aún así el relato es excelente y mis felicitaciones para su autora. Ojalá le dé usted más espacio a estas chicas y se lo vaya quitando a su querida Nazaré Lascano de la que, yo al menos, estoy un poco saturado.

Gracias por el blog y un cordial saludo-
Ricardo L.

Matemáticas

A veces, cuando paseo por Roma, cuando viajo en autobús o voy en el coche de mis padres, imagino que los balcones y las  ventanas de los pisos son cajones de un escritorio, y que yo tiro de ellos y sale una casa entera y me entero de la vida de la gente que vive ahí dentro, dónde trabajan qué leen, que buscan en Internet, que sueñan, a qué le tienen miedo. 


Esa gente archivada en los bloques de toda Roma, de toda Italia, de todo el mundo tienen vidas únicas y yo imagino que las conozco todas. Entonces papá me pregunta qué tal ha ido el cole, me dice que no me entero, que tengo que estudiar más matemáticas, y yo veo que el que no entiende nada es él.


Giuseppe R. Limeri 

viernes

Cartografía

Con esta obra [El cartógrafo], que lleva por subtítulo Varsovia 1: 400.000, Juan Mayorga quería indicar que la decisión de la escala implica una connotación moral, ya que es la propia escala la que permite visualizar unas cosas y no otras. 

En esta línea, el autor se confiesa convencido de la existencia de una correspondencia entre cartografía y teatro, pues, como en un mapa, en una obra de teatro también subyacen preguntas morales y políticas.

Siguiendo con su poética, afirma que el teatro, cuando cumple con la misión que tenía para los griegos, convoca a la ciudad y le ofrece un mapa de sí misma para que esta se haga preguntas y vea las ciudades invisibles, las pasadas y las futuribles.

Conferencias de Juan Mayorga los días 26 y 28 de abril de 2011 en la Fundación Juan March

miércoles

Recomponerse

Siempre hay una nueva composición en el noble arte de recomponerse.


Daniel Mocher

lunes

La reina

Todos decían que Lupe era la reina del barrio, pero ella se reía. "Lo que soy es la la reina del tiempo".

No era broma, Lupe podía manejar el tiempo de todos nosotros como el que maneja un auto. 

Podía, por ejemplo hacer que Luis Sanz, el tendero de la plaza, cerrara todo el día y las mujeres del barrio tuvieran que emplear su tiempo en ir hasta la avenida, a doce cuadras, para comprar el pan o la leche. 

Podía también conseguir que el portero de la escuela de los chicos abriera tarde sus puertas y dejar a más de trescientos chiquillos sin clase.

Podía hacer que el colectivo parara antes de tiempo o decirle al chofer que se pasara la parada que ella quisiera y dejar esperando a los pasajeros hasta que llegara el siguiente.

Lupe, que tuvo durante años el tiempo en sus manos y a la que hace tanto tiempo que no veo.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas




sábado

Levantar la cabeza

Alguien me ha dicho que los escritores vivimos —me incluyo— tan ensimismados que somos incapaces de levantar la cabeza para mirar qué ocurre realmente a nuestro alrededor.
 

Álvaro Colomer

viernes

Cerraduras con ojos

Cuando era joven, mucho antes de llegar a Roma, el abuelo de mamá se dedicaba a mirar a través de las cerraduras de las casas de su pueblo, cerca de Potenza.

Por lo que dicen su lugar favorito era la pensión del pueblo, una especie de casa de huéspedes donde paraban a descansar las mujeres que viajaban a Salerno o a Bari para vender productos del campo. 


Le descubrieron muchas veces, y en muchas ocasiones tuvo que salir  corriendo de allí, pero tenía una afición tan grande que volvía a hacerlo una y otra vez.


En una ocasión lo arrestaron los guardias y, otra vez, el párroco lo puso en ridículo en medio de la misa, delante de todo el pueblo. Ese día, por culpa del cura, le pusieron el mote que llevaría toda su vida y por el que se conoce a mi familia: Serratura, cerradura en italiano.


Pienso que al abuelo le hubiera gustado mucho vivir en una época como la nuestra, con tantas posibilidades de mirar la vida de la gente. 


Sé que mamá odia ese mote, aunque la mayoría de la gente del pueblo no saben de su origen, pero a mí me encanta porque me parece que yo soy un poco como el abuelo y que me encanta mirar a través de los ojos de las cerraduras, y saber de la vida de la gente, aunque ahora no haya cerraduras con ojos.


Beatrice Serradura

Gracias Roberto por sus consejos. Me gustaría que publicara mi historia y que le guste mucho a los lectores en español.
B.S.

jueves