Hoy Sonia Ricco ha llegado más despistada que de ordinario. Lleva un libro al que H. no ha podido ver el título y que ha tenido que imaginar.
Apenas ha hablado, ha sonreído a H. a su llegada y antes a Carem que no ha tenido un solo gesto de compasión. Después H. ha cerrado un poco la persiana y ha puesto el calefactor un punto más, lo suficiente para que Sonia se sienta a gusto con un calorcillo que normalmente la anima, pero que hoy no le hace sentir nada.
Cuando termina de desnudarse se acuesta sin mirar una sola vez a H. que no consigue abrir la boca ni tan siquiera para preguntarle cómo le ha ido, o que le diga algo de su libro. Cuando Sonia habla por fin, H. siente como si hubiera abierto la ventana y hubiera entrado un viento liberador.
— ¿Puedo taparme los pies por favor?
H. no comprende, pero asiente con rapidez.
— Claro, ¿pasa algo?
— Pasa que he tenido una mañana horrible y cuando tengo un mal día se me quedan los pies helados.
— Vaya, si lo necesitas puedes taparte, no hay problema.
Sonia sonríe y mira con ternura a H.
— No, no, gracias, solo necesito taparme los pies.
Entonces Sonia Ricco mete sus pies debajo de las sábanas y a H. le parece que ha pasado algo importante, pero no sabe qué es ni cómo interpretarlo.
Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas
No hay comentarios:
Publicar un comentario