miércoles

Nos abandonarán, estoy seguro

El alférez Celedonio Olmos está luchando sobre su caballo para retener sus dieciocho años, porque siente que su edad está al borde de un abismo y puede caer en cualquier momento en grandes profundidades, en edades inconmensurables. 


Todavía sobre su caballo, cansado, con su brazo herido, observa allí delante a su jefe y a su lado al coronel Pedernera, pensativo y hosco, y está luchando por defender esas torres, aquellas claras y altivas torres de su adolescencia, aquellas palabras refulgentes que con sus grandes mayúsculas señalan las fronteras del bien y del mal, aquellas guardias orgullosas del absoluto. Se defiende en esas torres, todavía. Porque después de ochocientas leguas de derrotas y deslealtades, de traiciones y disputas, todo se ha vuelto turbio. 


Y perseguido por el enemigo, sangrante y desesperado, sable en mano, ha ido subiendo uno a uno los escalones de aquellas torres en otro tiempo resplandecientes y ahora ensuciadas por la sangre y la mentira, por la derrota y la duda. Y defendiendo cada escalón mira a sus camaradas, pide silenciosa ayuda a quienes están librando combates parecidos: a Frías, a Lacasa quizá. Oye a Frías que dice a Billinghurst: "Nos abandonarán, estoy seguro", mirando a los comandantes de los escuadrones correntinos.


Ernesto Sabato, Sobre héroes y tumbas

domingo

Las mejores historias

 
—«¡Dale un beso a Lydia!», dijo la dama. Lo hice y el chófer meneó ligeramente la cabeza, ya que el parabrisas delantero reflejaba. 


Y luego paró el coche ahí, donde empiezan todas las mejores historias: en la estación.


Kurt Tucholsky, El palacio de Gripsholm


viernes

Una misión especial

Tengo 6 años, voy a una escuela Montessori donde puedo disponer de mi tiempo más o menos como yo prefiera. Uso un parche en el ojo izquierdo que el oftalmólogo ha recomendado para desarrollar el ojo derecho prácticamente ciego de nacimiento. Los niños hacen preguntas y se burlan de mí. Yo, para vengarme, escribo en mi cuaderno historias aterradoras, con momias, enfermedades y naufragios que acontecen a mis compañeros de clase. 

La maestra me pide un día que lea mis historias en voz alta para todo el grupo, sin tomarse la molestia de revisar el contenido, y yo pienso que esa tarde no saldré viva del colegio. Pero me equivoco: a los niños les gusta protagonizar esos relatos y piden que por favor siga escribiendo. De pronto me convierto en un personaje notable de clase con una misión especial, dejo de ser paria y comienzo a ser escritora.

Necios

La vida no es más que una sombra… Una historia narrada por un necio, llena de ruido y furia, que nada significa.

Macbeth, W. Shakespeare

miércoles

Viajeras

Cuando iba a la escuela de primaria tenía una compañera a la que le brillaban los ojos cuando hablaba de los viajes que hacía con sus viejos. Se pasaba los recreos contándonos las maravillas de Tierra de Fuego, lo increíble que es Nueva York o cómo disfrutó en las playas de Río de Janeiro.


Aquella compañera se llamaba Lorena y vivía en una casita baja, muy humilde, en la trasera del mercado donde sus padres vendían productos del campo en un puestecito hecho con maderas que desmontaban todos los días.


Lorena a veces desaparecía una semana o no se la veía durante todo el periodo de vacaciones, cuando volvía decía que había viajado a Chile por un asunto de su viejo o que habían pasado el verano visitando a sus familiares en España. 


En una ocasión, después de rechazarla amablemente durante mucho tiempo, fui a su casa. Los ojos de Lorena resplandecían cuando me enseñaba posters de la oficina de turismo con varias regiones de la Argentina que tenían pegados por todo el living. Pero la mayor sorpresa fue cuando me hizo pasar a la cocina para ver cómo la nevera estaba completamente cubierta por decenas de imanes de los lugares más recónditos. 


Ese día Lorena fue tomando los imanes uno a uno y, mostrándomelos con mucha delicadeza, me explicó historias increíbles de lugares fascinantes donde, indudablemente, no había estado.



lunes

Te pagaré bien

En una ocasión me dijo que tenía invitados para cenar. Estaba aterrado, le descubrí gestos nuevos, tonos nuevos en la voz. Habló más que nunca.


—Vendrán dos colegas del departamento con sus esposas.
—Pensaba que la gente del departamento te daba igual.
—Ellos no me importan, pero esta vez vienen a decidir si me permiten seguir con la investigación.
—¿Estás en sus manos?
—Estoy en tus manos.


Me contó que me necesitaba y yo sentí una especie de excitación, un escalofrío cálido que me recorrió el cuerpo de abajo a arriba, como un rayo invertido. Por primera vez él estaba indefenso y en mis manos en vez de yo en las suyas.
—¿Qué necesitas de mí?
—Necesito que te hagas cargo de todo.
—¿Querés que me ocupe de la cena?
—Quiero que te ocupes de mí.
—Explícame qué necesitas.
—Necesito que organices la velada, que hagas de niñera, de cocinera y de anfitriona.
—Creo que lo que vos quieres es que haga de tu mujer.

Él sonrió desarmado y, antes de que se disculpara, ataqué.
—Tendrás que pagarme.
Él volvió a retomar su aspecto de siempre.
—Te pagaré bien.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

domingo

Torpe vida

Nos veíamos a diario en una cafetería de Catamarca, fue en la época de la Facultad y dejé de ir a muchas clases por ir a tomar café con leche y poder verle, hablar un rato de cualquier cosa o observar cómo daba vueltas a las hojas del diario. Me gustaban sus gestos pequeños e imaginaba cómo sería su vida, qué hacía, dónde dormía y con quién, cómo se ganaba la vida.


A veces dábamos un paseo hasta Independencia y yo aprovechaba la distracción de las calles para preguntarle los detalles, porque lo demás no me importaba. Para compensarle le contaba todo de mí y él sonreía o reía con ganas ante cada pequeña miseria de mi vida de torpe universitaria.
 


Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

jueves

Nieve en Madrid

Esta es mi nevera.
A veces guardo mis libros.
A veces guardo mi pereza.
La pereza guardada no es una paradoja,
solo es tiempo que espera.
Esta nevera pretendía ser un grito
de auxilio 
de rencor.
Cientos de palabras que esperan convertirse en plata
y que acaban en este jueves de enero
en una metáfora adolescente.
(La nevera vacía,
Madrid nevado
lo que ya no se pudrió).
Si esto fuera un anuncio por palabras
les vendería todos mis libros,
todos mis poemas, 
me vendería yo.


Nazaré Lascano



miércoles

Palacio

Luis y Raúl Alaejos, tío y sobrino, trabajan desde hace tiempo retratando realidades insólitas que “sin querer” encuentran allá por donde andan.


Llegaron a Montevideo atraídos por no se sabe qué, y no se sabe que ocurrió que acabaron en uno de los edificios más extravagantes del mundo: El Palacio Salvo.


En poco tiempo alquilaron una habitación y se vieron viviendo en el Palacio rodeados de sus semejantes. Y dándole al nudillo de puerta en puerta conocieron a sus habitantes de toda clase social y mental. Y claro, lo registraron con su cámara.

lunes

Elipsis

Frente a la rutina de lo explícito, el morbo de la elipsis.


José Antonio Olmedo López-Amor

domingo

Expresión de un ausencia

Un amigo vino a verme en un sueño. Desde muy lejos. Y pregunté en el sueño: ¿Viniste en fotografía o en tren?. Toda fotografía es un medio de transporte y la expresión de una ausencia. 


John Berger

sábado

Caos argumental

Tina siempre decía que Armstrong nunca llegó a la Luna. No negaba el alunizaje, solo decía que Armstrong nunca fue. Tina tenía teorías perfectamente explicadas para todo, aunque estuvieran basadas en nada, en un caos argumental.


Si alguien la rebatía con que sus explicaciones no se sujetaban en nada demostrable, que eran un caos, ella decía que el mundo surge de un caos y que por tanto ese es el estado natural, todos somos caos y sus argumentos también.


Tina tenía una admiración adolescente hacia Yuri Gagarin. 

Estuve carteándome con ella desde que me fui de la Argentina hasta su muerte en 2018, echo mucho de menos su caos argumental. 


Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas


viernes

Acontecimientos

El año que empecé a trabajar en la heladería, mamá se cortó el pelo. A menudo hay acontecimientos que aparentemente no tienen nada que ver entre sí y que van relacionados. 

No me gustó nada lo del corte, de repente mamá parecía una señora mayor que intentaba parecer joven, a la vez, que yo tuviera mi primer trabajo la hacía un poco más vieja.

Muchas tardes mamá iba a visitarme a la heladería con Miriam, una compañera de trabajo que vivía en Belgrano y con la que tomaba helado de stracciatella en tarrinas grandes. Se sentaban como dos adolescentes al fondo del local, cuchicheaban y soltaban risitas estridentes. En una ocasión un hombre de unos cuarenta me habló de ellas sin saber que las conocía, "¿De qué zoo escaparon esas dos cacatúas?". 

Yo sonreí estúpidamente y no respondí. 

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

jueves

Pasillos de barro

¡Cuán diferentes son los pasillos de una librería con los pasillos de barro y tinto de verano de un cámping!

https://elpececillodeplata.wordpress.com/

miércoles

Filigranas


Un milagro no es más que un accidente, con adornos de  filigranas.


En cambio —la vida— sobreviene por accidentes.


Susan Sontag, La conciencia uncida a la carne. Diarios de madurez: 1964-1980


martes

Huir

A veces, observa Cynthia Ozick, la metáfora universaliza: hace comprensible la experiencia de los demás. Pero otras veces se convierte en un sustituto del pensamiento: un tópico que nos impide ver la realidad. Y otras es un truco que nos permite huir cuando hemos ido demasiado lejos, pero no lo suficiente.  

Daniel Gascón, La metáfora es la enfermedad, El País, (5-12-2020)

lunes

Chucherías

El día de año nuevo hice limpieza en mi nevera y en mi escritorio, de ambos lugares salieron artículos medio cocinados, casi olvidados y caducados, algunos los he tirado a la basura o a la papelera, otros los he vuelto a dejar en su sitio a la espera de una arrebato de valentía, y otros pocos los he reciclado.


Entre estos últimos he recuperado este reportaje, un estudio (fallido) sobre una mujer temeraria que no creía en el azar y deambulaba de forma inconsciente por los vestíbulos de las estaciones de ferrocarril.

sábado

Tiempos muertos

Edwards es el verdadero creador de los llamados tiempos muertos. 

En las conversaciones de Peppard y Audrey en Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany's), el tiempo no se transforma en un vacío que llena todo o que simplemente se nota transcurrir. En esos momentos el tiempo son las personas. Si por él fuera, Edwards alargaría indefinidamente este “paso a dos en sus películas”. 

Si un día se decide a hacerlo, quizás por primera vez en el cine veremos durante hora y media o dos horas a un hombre y una mujer que hablan, pasean, viven, y no nos aburriremos aunque no les ocurra nada…


José María Pala


viernes

Fotonovela

Marque con una X lo que crea que le está ocurriendo a esta mujer.


A. En el momento de cortar una tarta de manzana, su marido (el hombre del bigote) le dice que ha decidido volver con su antigua amante.


B. En el momento de cortar una tarta de manzana, su amante (el hombre del bigote) le dice que ha decidido quedarse con ella para siempre.


C. En el momento de cortar una tarta, de la que ignoramos sus ingredientes, la mujer se da cuenta de que hay un desconocido en su cocina.


D. Todas son correctas