miércoles

De parranda por Königsberg


Precisamente porque estaban enfermos y no salían de casa escribían mucho. Si comparamos las aportaciones a la filosofía ilustrada del Kant que nunca salió de Königsberg y el Casanova que estaba siempre de parranda obtendremos un ejemplo bastante eficaz.


J.J. Muñoz Rengel, Artículo de Pablo Bujalance, Diario de Sevilla 18/05/2012

Un alto en la terapia (Historia de un guardabarros)

Abres la ventana y pasan cosas. A veces las cosas sólo necesitan que abras la ventana para comenzar a pasar.
La noche en la que ardió esa moto pasaron algunas cosas, muchas antes del suceso que condujeron hacia él, otras después -gracias al suceso- y otras tantas dejaron de suceder.
Yo no estaba allí o quizás sí, quizás iba en esa moto y salí disparado y abollé el casco contra el asfalto y ahora hay un trocito de asfalto abollado gracias a mi cabeza. Yo no corrí más de la cuenta aquella noche o quizás sí, quizás corrí a por la videocámara cuando oí aquel frenazo y las voces y las sirenas, quizás estaba discutiendo con mi mujer de algo importante que jamás volvimos a discutir... quizás aquel incendio evitó que nuestras vidas se quemaran o evitó que nos salváramos, no lo sé aún. Y hay más vecinos a los que le ha pasado lo mismo o justo lo contrario, que lo escriban, ellos sabrán.
Mi moto, ni un kilómetro más, ni uno menos, ardiendo con mil historias en su guardabarros.
Esta es, al fin, la historia de un guardabarros.
Arda y empiece el mundo.

sábado

Lunares en la espalda (constelaciones de sed)

Ya no suena Dylan en lo más profundo de mi cráneo./ Ya los días no tienen separadores (como de páginas) con tu nombre/ ya la arena no guarda el recuerdo de su roca/. Ya no huyo./ Ya no hay frutas prohibidas, ni pasteles de nata con regusto amargo./ Ya no hay timbres negros para volver a casa./ Ya es el tiempo de la pasta seca, de la simiente, de los generales.../ Mañana crearé el mundo en una cáscara de naranja/ mañana saldrás de una nuez olvidada/ mañana retumba el juego de la oca en mi espalda/ en tu cara./ Tu cara con ese lunar a la espalda.

John M. Pherson, Poemas de la iguana, Ed. Loup, San Sebastián, p. 144.