domingo

Escalones como mariposas


Me emborraché de éxito; comencé a escribir pequeños poemas existencialistas, números para que los usaran de talismán durante la semana, invitaciones a la desidia, frases en lenguas muertas y algunos mensajes los dejé conscientemente en blanco...

A. Palacios, Mariposas chinas

Riverside

Una tarde, cuando estaba sentado en un banco del parque de Riverside mirando hacia el agua, vi estallar un depósito de petróleo en la otra orilla.

Las llamas llenaron el cielo de pronto, y mientras miraba los pedazos de material ardiendo que flotaban en el Hudson y venían a parar a mis pies, se  me ocurrió que no se podía separar lo interior de lo exterior sin causar grandes daños a la verdad.

Pau Auster, El Palacio de la Luna

martes

Marx lo explica todo

Un negocio ilegal es siempre más rentable que uno legal; son las plusvalías del riesgo.


Gregorio Morán

viernes

Just a perfect day



Just a perfect day;
drink sangria in the park.
then later when it gets dark
we'll go home.
Just a perfect day;
feed animals in the zoo.
then later a movie too,
and then home.

LOU REED


En Lou Reed se podía confiar, porque siempre se la jugaba por todos nosotros. Cada álbum nuevo traía un nuevo riesgo, tierra ganada al mar. Hay gente que se muere y no pasa nada. Con la muerte de Lou Reed yo noté el empeoramiento real del mundo. También en estos cinco años he notado el envejecimiento de su memoria. La iconografía de Lou Reed envejece. Sus videos de los años setenta, colgados en Internet, se están volviendo amarillos.
Pensé que si alguien no podía volverse amarillo en nuestros recuerdos ese iba a ser Lou Reed. Cada cierto tiempo aparecen nuevas fotos. El catálogo iconográfico es interminable. Hace poco vi una foto suya desconocida: era un Lou Reed de niño, en la playa, con su padre y con su madre, era una instantánea de 1947. El periodista Ignacio Juliá, que fue su amigo, me reveló algo que me parece fascinante: cuando Lou murió su madre aún vivía. Su madre murió pocos días después. No sé por qué, imagino que por mi tendencia a mezclarlo todo con mi propio país, pensé en Antonio Machado y en su madre, en esa pensión de Colliure en donde agonizaron juntos en 1939.


Manuel Vilas, Cinco años sin Lou Reed, El País, 26/10/2018

sábado

Puertas de atrás, escaleras de servicio y trastiendas

“Aquí no hay nadie, aquí solo estamos Mariano y yo y Mariano ahora no está”. La frase parece sacada de un diálogo de adúlteros, que siempre andan buscando, pobres, un agujero en el que aprovechar la hora en la que el niño hace natación. O kárate. Por eso se conocen todas las puertas de atrás, todas las escaleras de servicio, todas las trastiendas. En su afán por ocultarse, cometen a veces errores garrafales, como el de citarse en el centro mismo de sus intereses. En Génova 13, por ejemplo. Algunos lo hacen en la cama de matrimonio, aprovechando que su pareja se encuentra en el hospital, acompañando a un familiar agonizante. Cuando bordean el peligro de este modo, es porque inconscientemente desean ser sorprendidos para pagar la culpa que les corroe y acabar con esa clandestinidad que tanto placer, pero también tanto dolor les proporciona.


Juan José Millás, Cloacas, El País, 2/11/2018

viernes

Tres veces al mes en la Calle del Pez la lluvia me cae al revés

La calle del Pez es una calle histórica e históricamente maltratada, una calle que fue símbolo de la resistencia de los pequeños y aguerridos comerciantes del centro cuando los grandes almacenes de la Gran Vía y los supermercados amenazaron su subsistencia. A la calle del Pez la han desahuciado muchas veces y la han dado por muerta otras tantas, la calle del Pez ha estado más veces que ninguna otra destripada, con sus entrañas al viento a causa de interminables y misteriosísimas obras que parecían tener como única finalidad hacer que cerrasen sus puertas los últimos mohicanos de las tiendas de ultramarinos y coloniales, sastrerías a la medida, papelerías o zapaterías.

Montxo Alpuente, Tribuna de bar en bar, La esquina del Palentino








jueves

Estación de Moncloa

Los prismas de las casas no serán definidos por un sol que se recorte en las aristas, repartiendo las caras de la sombra y las caras de la luz, sino por el viento, que hace gemir esquinas y cumbreras, igual que el arco del violín las cuerdas.


Rafael Sánchez Ferlosio


Toda esa música de violín que suena entre la gente que camina con movimientos de hormiguero por las estaciones. Esos silencios llenos de destinos alterados a cada paso.