lunes

Ventanas y vanidad

— No te lo podrás creer, pero cuando yo era chica no teníamos puerta en la casa.

— ¿Cómo que no teníais puerta? ¿Qué quieres decir?

— El argumento es fácil, no había puerta para entrar y salir del apartamento.

— ¿Pero ¿Qué dices? ¿Por dónde entraban entonces? ¿Por la ventana?

— Entrábamos y salíamos por el balcón.

— ¿Y esa rareza? Eres un poco rara.

— Ya ves, hasta que no me hice mayor no fui consciente de que era una rareza.

— ¿Y en qué piso vivías?

— ¿La altura?

— Sí, la altura. ¿Era un piso muy alto? ¿Ya tenías alas?

— Vivíamos en el tercero.

—  No me contestaste lo de las alas.


Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas



viernes

El vacío

Descubrimos el hoyo el viernes por la mañana.
Luis había vuelto de trabajar de madrugada y no lo había visto. Panchita y el Lolo estaban durmiendo, se acostaron tarde pero no oyeron nada durante la noche.

A primera hora ya estaba hecho.

Sonia DiMaggio, la vecina de enfrente, no hacía más que mirar hacia nuestra casa, después paró un auto junto a nuestra acera, salió el chofer, y con él se arremolinaron tres o cuatro pibes. 

Cuando salí de casa se hicieron a un lado y me abrieron hueco.

—¿Hicieron obra?—  preguntó la vecina con la mirada atravesada.
No le respondí, sentía frío, descubrí que aún llevaba el camisón puesto, que había olvidado la bata y que tenía las piernas al aire. 
Me aproximé al hoyo como el que se acerca a un mal presentimiento, me llegué junto a su orilla, si es que los hoyos tienen orillas, noté cómo los pies se me llenaban de barro y me asomé con mucho cuidado.
— ¿Qué vio?—  preguntó con su tonillo repelente la DiMaggio.
— Nada— murmuré.
— ¿Cómo que nada?
— Ahí dentro no hay nada, o mejor dicho, hay nada, ahí dentro se ve el vacío.
— ¿Pero que estupidez decís, boluda?

Dejé que aquella engreída siguiera diciendo pelotudeces, sentía en el estómago una especie de desgarro y la cabeza me daba vueltas, como después de visitar un museo durante horas o de acabar de leer un texto complicado.

Me retiré hacia atrás y dejé que lo demás miraran. Los gritos de asombro, alertaron a todo el vecindario.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas 




Dorothy y yo

You know you can't hold me forever
Sabes que no puedes retenerme para siempre,


I didn't sign up with you
yo no firmé contigo,


I'm not a present for your friends to open
no soy un regalo para ser abierto por tus amigos.


This boy's too young to be singing the blues
Este muchacho es demasiado joven para estar cantando blues.


Elton John, Goodbye Yellow Brick Road

jueves

Pinball


 And I've run out of pale ale
 And I feel like I'm in jail
 And my music bores me once again
 And I've been on the pinball
 And I know longer know it all
 And they say that you never know when   you're   insane.


 Got fleas in my bedroom
 Got flies in my bathroom
 And the cat just finished off the bread
 So I walk over Soho
 And I read about Monroe
 And I wonder was she really what they said





  Y me he quedado sin cerveza
  y me siento como si estuviera en la cárcel
  y mi música me aburre una vez más
  y he estado en el pinball
  y sé que ya no lo sé todo
  y dicen que nunca se sabe cuando se está loco...

 Tengo pulgas en mi habitación
 tengo moscas en mi baño
 y el gato acaba de terminarse el pan.
 Así que camino por el Soho
 y he leído sobre Monroe
 y me pregunto si ella realmente fue como dicen.


Brian Protheroe, Pinball

miércoles

La partida

He tomado la fea costumbre de encontrarla en cualquier parte.

Anoche, por ejemplo, en la partida de cartas que organizan todos los martes Igor y los muchachos, había una mujer joven que acompañaba al hermano pequeño de Igor, estuve toda la partida mirándola con los ojos entornados.

Entre el humo de la timba aquella mujer era igual que Katia, la forma de sus pómulos, el color de su cabello, esa mueca graciosa que se le forma en la comisura de los labios cuando se cree sorprendida por algo. 

No perdí demasiado dinero a pesar de lo poco atento que estuve al juego y, cuando alguno de mis colegas se extrañaba de una mano jugada de forma especialmente torpe, yo les argumentaba que las noches de luna llena me dan mala suerte.

Cuando el hermano de Igor se fue con mi dinero y mis recuerdos me quedé mirando la puerta recién cerrada con los ojos entornados, emborronando la escena para volver a ver a Katia salir  de nuestro apartamento.

Sergei Samuilov, Un verano en Moscú, Cuentos completos (II)

martes

Cita de verano

Lovely Rita, meter maid
May I inquire discreetly
When are you free to take some tea with me?


Adorable Rita, doncella del parquímetro,
¿puedo preguntarte discretamente
cuándo estás libre para tomarte un té conmigo?

Paul McCartney, Lovely Rita



lunes

Recién llegada

Hace unos años, cuando todavía pensaba que conocía Madrid vino a visitarme Andrea. Era verano, creo, hacía calor y Andrea se quitó los zapatos en Ópera, yo la miré como si estuviera loca, era yo el que vivía allí, pensé, era yo quien tenía que haberme quitado los zapatos y haberla sorprendido.


Andrea siempre me sorprendía a mí.


La acompañé, le enseñé los bares donde me perdía por las tardes cuando salía de la academia, algún cine y alguna librería, ella asentía como si ya hubiera estado allí.
- ¿Ya habías estado en Madrid?
- No sé, creo que no, pero la conozco bien.


Pasamos dos días recorriendo calles que yo creía conocer y que Andrea renombraba para mí, comiendo en restaurantes que no aparecían en las guías, bebiendo cerveza en tugurios que no he vuelto a encontrar y comprando libros en librerías a las que nunca conseguí regresar. 

Cuando volvíamos a casa yo siempre pensaba que Andrea me engañaba, que había estado aquí mucho antes que yo.


Hoy he encontrado su nombre en un artículo de un periódico argentino, a mitad del texto explica como perderse por las mejores calles de Buenos Aires y da dos o tres trucos para encontrar libros descatalogados en varias librerías de viejo.


Seguramente acabe de llegar.


Revista de verano

Dígame:



- Su personaje histérico favorito.
- El último conocido al que ha olvidado.
- Los cinco minutos más importantes de su vida.
- Los cinco minutos menos importantes de su otra vida.
- Las canción que hubiera querido componer.
- El libro que hubiera querido quemar.
- La mentira que consiguió que todo el mundo (incluido usted) nos creyéramos.
- La verdad que no ha conseguido que nadie (incluido usted) le creamos.
- Un momento inolvidable que haya olvidado.
- Una mujer olvidable que no haya conseguido olvidar.
- La última vez que pasó vergüenza.
- Algo que haya hecho para mejorar el mundo.
- Algo que no haya hecho para empeorar el mundo.
- Una fobia que le gustaría tener.
. Un color que le gustaría pintar ahora mismo.
- Un invento que necesita que alguien invente ya.
- Un lugar en el mundo para volver a empezar.





domingo

Persistencia

Aquellos días yo apenas disfrutaba de estar en París, los mediodías en el restaurante Polidor, la cadencia de algunas estaciones del suburbano, alguna conversación donde imitaba ser otro, poco más.


Dicen que lo que uno teme siempre acaba por cumplirse y yo había temido tantas veces perder a Martina que la noche que no volvió al departamento ni siquiera me preocupé.


No salí a buscarla hasta la mañana del domingo, a primera hora, cuando los periódicos de la mañana se apilaban aún atados, aún sin leer junto a las marquesinas, y los empleados del ayuntamiento regaban las calles con rabia parisina.


Desde mi llegada no había sentido ni una sola vez que aquella ciudad fuera mía, pero ese domingo noté una especie de vacío, de melancolía difusa que me hacía ver aquellas calles desde dentro.


Y dentro solo estaba la ausencia de Martina. Y odié tanto aquella imagen de mí mismo con gabardina y cara de tópico derrotado por las calles de París que acabé pensando que nunca debí de venir acá, que no tenía ninguna excusa, ningún objetivo. 

Y sonreí cuando me di cuenta de que mi única excusa era Martina, y mi objetivo volver a rodear su cintura flaca y contar sus pecas y acompasar mis versos a su respiración. ¿Estaría escribiendo el primer libro de poesía de acción? ¿Sería así como se sienten los personajes de un thriller? Aquello era demasiado para mí. Sentí una náusea tremenda, me incliné junto a un seto y traté de vomitar la cena.

 

Tras varias arcadas infructuosas uno de los empleados del ayuntamiento me miró como si fuera un borracho.


La persistencia de Jacinto Newman 



Juegos de la memoria

   
El caos.
Me he enamorado de una mujer desconocida.
Todo empezó con esa frase. Era el inicio de un párrafo. Yo lo había escrito pero no lo recordaba, porque había perdido la memoria tras el accidente. De hecho, lo único que sé sobre este último es lo que otros escribieron en la prensa.

Sucedió en la medianoche del martes 13 de abril de 1999. Mi Opel quedó destrozado al chocar contra un pilar de hormigón en la autopista M30 de Madrid, pero yo no sufrí ni un rasguño. Me trasladaron a una clínica privada, me hicieron pruebas, y a partir de ese punto comencé a existir.

José Carlos Somoza, Dafne desvanecida

miércoles

Notas de Historia Contrafactual


¿Qué hubiera ocurrido si el Reino de Castilla no hubiera descubierto y explotado las Indias Occidentales?

Que nuestras viejas ciudades no se hubiera inundado de oro y plata.
Que las manufacturas peninsulares se habrían desarrollado.
Que la industrialización habría llegado a tiempo.

Que los hermanos Jimeno en vez de rodar la Salida de Misa de 12 del Pilar de Zaragoza habrían rodado La salida de los trabajadores de Pegaso-Iveco.

Este no es otro blog sobre literatura

Mundo clásico

Ha llegado hasta nuestra redacción esta imagen en la que se puede comprobar cómo aún hay estilitas en nuestro siglo.


Aunque la foto es de mala calidad se puede ver perfectamente a una mujer viviendo sobre una plataforma en medio de una calle poco transitada, a modo de las antiguas columnas de los estilitas clásicos.



martes

Va de silencio

Temo a la persona de pocas palabras. Temo a la persona silenciosa. Al sermoneador, lo puedo aguantar; al charlatán, lo puedo entretener. Pero con quien cavila mientras el resto no deja de parlotear, con esta persona soy cautelosa. 


Emily Dickinson

lunes

El lenguaje no alcanza

El silencio es la expresión más veraz y efectiva de las cosas innombrables. Y la toma de conciencia de que hay determinadas experiencias para las que el lenguaje no sirve, o no alcanza, es un rasgo decisivo del conocimiento. 

En este sentido, tradiciones como la cristiana, en la que el silencio es muy importante, resultan reveladoras: la sabiduría va a dirigida a comprender lo que no se puede decir, lo que trasciende el lenguaje.


DAVID LE BRETON | Diario de Sevilla


El orden secreto

Así, toda negligencia es deliberada, todo casual encuentro una cita, toda humillación una penitencia, todo fracaso una misteriosa victoria, toda muerte un suicidio. 

No hay consuelo más hábil que el pensamiento de que hemos elegido nuestras desdichas; esa teleología individual nos revela un orden secreto y prodigiosamente nos confunde con la divinidad.

Jorge Luis Borges

domingo

Veraneo

¿Recordáis aquellos tiempos en qué volvíamos de vacaciones cargados de recuerdos?


R. Fonseca, Un país de mentira, Diario de Córdoba


sábado

Error: progresión

— ¿Cuándo dibujamos?

— Cuando éramos pequeños. Antes del violento divorcio entre el bien y el mal. Por entonces todo estaba mezclado, y no había culpa. Sólo deseo, búsqueda, y error. Búsqueda, es decir, error. Error: progresión.

Poetas

El lago italiano de Garda tiene sus propios monstruos. Cuentan los lugareños que James Joyce quiso seguir el rastro de Goethe hasta Sirmione para invocar el espíritu del poeta Valerio Catulo, que en su privilegiado rincón de los Alpes dedicó sus versos al lago más grande de toda la península. 


También allí, cerca de donde se levanta hoy la mansión hedónica de George Clooney, María Callas agonizó de felicidad al lado de Giovanni Battista Meneghini. Entonces no conocía a Onassis.


Benjamín G. Rosado, Giacomo Manzoni, El Cultural

viernes

Camino de Puerto Lápice

Tornaron a su comenzado camino del Puerto Lápice, y a obra de las tres del día lo descubrieron.

— Aquí —dijo en viéndole don Quijote—  podemos, hermano Sancho Panza, meter las manos hasta los codos en esto que llaman aventura. 

Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, primera parte, capítulo 8.

jueves

La pérdida de la felicidad

Si pudiese regresar a vivir mi vida me impondría la norma de leer poesía y de escuchar música como mínimo una vez a la semana. Así, quizás las partes de mi cerebro que ahora están atrofiadas habrían permanecido activas gracias al uso. La pérdida de estos gustos es la pérdida de la felicidad y puede ser perjudicial para el intelecto, o más probablemente, al carácter moral, ya que debilita las partes emocionales de nuestra naturaleza.

Charles Darwin

miércoles

El instante

El viaje narra cómo la pobre Adriana sale de un plomizo pueblo siciliano en el que ha vivido enterrada durante décadas y por primera vez viaja en tren y a cada tramo, nos dice Pirandello, a cada giro de rueda, tiene la impresión de avanzar en un mundo desconocido, lo que le provoca una sensación de pena muy sutil e indefinible. 

(...) No hay cuento más realista y al mismo tiempo más autónomo de la realidad que este de Pirandello en el que la vida es el tiempo de mirar por una ventanilla de tren que viaja hacia la nada y comprender que todo dura un instante pero es eterno.

sábado

El deseo

¿Qué es el deseo? ¿Cómo hemos permitido que se construya el deseo sobre el cuerpo de una mujer que responde a un ideal comercial en lugar de humano? El deseo, y todas, todos, lo sabemos, responde a otros mecanismos. 


El deseo, salvaje, feroz, húmedo, está ligado al primer impulso sexual, aquel que permanece en el lugar donde late quiénes somos, quiénes éramos. Si la primera vez que sentiste deseo fue ante el cuerpo de una mujer adulta en combinación, en la casa de veraneo, una mujer pongamos que madura, con los pechos grandes y ese extraordinario aroma que decora la piel tras la siesta, dicho impulso permanecerá ante tal aroma, ante tal combinación, ante tales senos maduros. 


Podría multiplicar los ejemplos, pero me interesa aquello que se opone al cuerpo femenino diseñado por los cretinos. El deseo no tiene nada que ver con esos cuerpos. Con esos cuerpos tiene que ver el dinero.