domingo

Jota

En una noche de verano Jota, desesperado por el abandono de su gran amor, intenta suicidarse arrojándose al mar. En ese momento ve caer en la arena de la playa a una chica que ha tenido un accidente de moto. A consecuencia del golpe la joven sufre una amnesia total, no recuerda ni su nombre. Jota, aprovechándose de esta situación, le hace creer a la chica que se llama Lisa y que es su novia desde hace cuatro años.

Lo más moderno

Las raíces del espectáculo se hunden en la más antigua de las especializaciones sociales, la especialización del poder. Por ello, el espectáculo es una actividad especializada, símbolo de todas las demás. Es la representación diplomática de la sociedad jerárquica ante sí misma, una sociedad de la que se ha desterrado cualquier otra palabra. En este sentido, lo más moderno es también lo más arcaico.


sábado

Teatro del Viento

Fiel al lema de Cortázar de luchar contra la horrible tendencia a la consecución de fines útiles, estoy planeando un Teatro del Viento. Un escenario de globos en el que bailan y dialogan cometas. La Compañía continúa trabajando misteriosamente. Estamos ofreciendo recitales de poesía por teléfono, pero las ideas que circulan por nuestras excitadas mentes son aún más divertidas: sandalias de playa con una frase en la suela...


José Antonio Parreño, Las guerras civiles

jueves

Una casualidad que raya en lo increíble

—Vamos a pensar un poco— se dijo Montalvano, tumbado en la cama en calzoncillos, camiseta y calcetines-. Un imbécil que se apellida como yo es contratado para que asesine a una señora. El imbécil no conoce el domicilio de la víctima: le será comunicado en cierto establecimiento mediante una llamada desde Nueva York. Mi tocayo, que llega con retraso a la cita telefónica, se dirige corriendo a la trattoria de Peppe, pero lo arroya un automóvil y muere poco después. Por una casualidad que raya en lo increíble, yo, que me apellido Montalvano como él ,acudo a esa trattoria y contesto a la llamada. Y ocurre lo que ocurre.

Andrea Camilleri, La nochevieja de Montalvano

lunes

El día idóneo

Hoy, por vez primera, él ha tenido la sensación de que lo miraba con verdadera atención: una atención que ha durado apenas un segundo, sí, pero atención al fin y al cabo. Mientras tanto, le ha dado tiempo a pensar si debía aludir al suceso que acababa de presenciar, pero cuando ha levantado de nuevo la cabeza, ella ya no estaba. Por todo ello no ha tenido la oportunidad de decirle que la conoce, de lejos, desde que eran niños. 

Tal vez hoy habría sido el día adecuado para ello, dado lo sucedido. Aunque quizá precisamente por lo sucedido, hoy no era el día idóneo.


Imma Monsó, La mujer veloz


viernes

Las formas establecidas


Y como yo estaba, por naturaleza, por encima de todas las costumbres y las formas establecidas, jugaba con unas y con otras y las adoptaba o rechazaba como disfraces de carnaval.

Hölderlin, Hiperión

jueves

Spitzer

Sr. Joachim Spitzer
abogado que se especializa en los asuntos de los muertos, especialmente en la búsqueda de herederos, un compositor, ahora de música muda, es indefensamente dulce con la señora Cartwheel, y por lo general se pierde en sus sueños.

Personaje de Miss Macintosh, My Darling, de Marguerite Young 

lunes

Vestidos de domingo

Viajamos durante casi tres horas, quizás más. Era la primera vez que hacía un viaje en auto tan largo por España. Pensé que Carlos se había equivocado de dirección, que aquella sucesión de terrenos llanos y ocres no llevaban a ningún lugar.

Carlos se equivocaba con frecuencia, aún hoy se equivoca y me llama algunas noches creyendo que llama a su exmujer o incluso a su hija mayor.

Llegamos muy tarde. Era una casa inmensa en medio de un encinar, una dehesa la llaman. Cerca de allí se criaban cerdos ibéricos y toros bravos. Era una casa muy vieja, como si ya hubiera estado allí cuando se formó el paisaje. 

Nos recibieron como si fuéramos los reyes de la fiesta. Las mujeres de la familia me rodearon y me besaron, y parecía que me conocieran desde siempre. Los hombres me miraron sonrientes y después felicitaban con la mirada a Carlos quien no paraba de dar besos y apretar manos. Sin saber cómo me encontré en medio de una cocina descomunal  que parecía sacada de un restaurante. El horno estaba funcionando a pleno rendimiento, las cazuelas borboteaban, las cocineras se movían sin cesar y el olor era exquisito, varios niños correteaban vestidos de domingo.

Carlos desapareció. 
Cuando comenzó el almuerzo, una de sus tías puso una bandeja repleta de jamón sobre mis manos y así hice mi entrada en el salón. Me sentaron junto a un hombre muy anciano, un hermano del abuelo de Carlos, un señor de pelo blanco y barba muy poblada que utilizaba palabras locales que yo apenas entendía. A mi izquierda estaba Jorge, el sobrino mayor, un ser extraordinario al que conocí ese día y con el que aún tengo contacto.

Yo buscaba con la mirada tratando de ver dónde habían colocado a Carlos, pero no lo veía por ninguna parte. No quise parecer una loca o, lo que es peor, una niñita asustada, y no pregunté a nadie por él. 
Traté de distraerme con la comida y con el vino. Y lo conseguí, al segundo plato y la tercera copa olvidé a Carlos y me convencí de que era yo la que pertenecía a esa familia.
El viejo de mi derecha comenzaba a ser más inteligible, por todas partes se dirigían a mí por mi nombre y Jorge me hablaba con naturalidad de sus estudios en Salamanca, de los proyectos políticos de su padre (que detestaba y sigue detestando) y de su amor por una chica demasiado joven.

Al finalizar el almuerzo salimos al jardín a tomar el café y los licores. Era un espacio decadente, con sillas de hierro forjado, esculturas en arenisca y los escudos de la familia por todas partes, detrás había un laberinto de aligustre perfectamente recortado donde deduje que se había quedado Carlos.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

domingo

Frases trágicas

 
Carlos sabía a Coca-Cola, así que nunca pude tomármelo en serio.

— Sabés a Cocacola.
— Pude ser, bebo mucha. ¿Te importa?
— No sé, la Cocacola es mi infancia. Y no puedo evitar que me recuerde a mi país, mi casa, a los viejos.
— ¿Y eso es malo?
— No sé. 
— ¿No sabes?
— Supongo que no, pero si hice tantos kilómetros no fue para acabar volviendo a mi casa cada vez que te beso.
— Puedes besarme cuando no tome Cocacola.
— O podés dejar de tomarla.
— Por ti lo dejo todo, mi amor.

A los españoles les gustan las frases trágicas, pero Carlos siguió tomando Coca-Cola a escondidas, cuando lo hacía se enjuagaba la boca con no sé qué colutorio de menta. La menta no me recuerda a mi país, pero no la soporto. Aquello no tenía solución.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas


sábado

Noche de descanso

Esa tarde le dije a Karem que había quedado con los chicos para tomar unas cervezas. Karem no suele ponerse celosa pero pareció sospechar algo.

— ¿No le importa a Arthur dejar a su mujercita sola un viernes por la noche?

Era una buena pregunta. Desde que se casó Arthur, su mujer, la mojigata y castradora Hellen, no le deja salir ni a bajar la basura.


— Arthur no va, he quedado con Brian y Paolo.
— No me gusta Paolo.

Lo sabía, sabía que no le gustaba Paolo y, por tanto, sabía que no le llamaría ni comentaría nunca con él lo de la salida de ese viernes. Con Brian sería más complicado, con él sí habla a menudo. Pero Brian era amigo mío y mentiría por mí.

Eso es lo que iba a ser esa noche, una noche de mentiras, una salida sin otro plan más que jugar a no decir la verdad. Desde que me había ido a vivir con Karem vivía en una verdad tan fuerte que me hacía daño. 
Solo otro mentiroso puede entender que obligar a una vida de sinceridad a alguien que, como yo, llevaba media vida viviendo en la mentira, era una tortura. 

No era nada personal, solo necesitaba descansar.


L. Carlson, Una noche en el suburbano. Traducción de Ana Belén Sierra 

jueves

Evitar la verdad


Comenzó a sospechar que su mujer gastaba más de la cuenta. Pensó en casas de apuestas o en amantes, en algo que no deja huella si no se gana o se pierde demasiado.

Contrató mis servicios a finales de noviembre le dije que no era buena época para seguir a una esposa sospechosa porque la navidad estaba cerca y las cosas son siempre extrañas y exageradas en esos días, y no hay manera de encajarlas en una actitud supuestamente excéntrica.

Pero mi cliente llevaba ya varios meses de sospechas en los que su imaginación se había desbocado, así que no me hizo caso, me extendió un cheque sin discutir el precio y me hizo prometerle discreción y franqueza. No me ofendió, siempre soy discreto, aunque a menudo evito la verdad sea lo que sea ese concepto.

Terry Salgado, Duermevela


Siete años

En el País de Gales, un matrimonio no se consolidaba, o más bien no se hacía indisoluble sino al cabo de siete años de convivencia. Si sólo faltaban tres noches para cumplirse los siete años, los esposos podían separarse. Entonces se repartían los bienes: la mujer hacía las partes y el hombre elegía la suya. Repartíanse los muebles siguiendo ciertas reglas muy humorísticas.


miércoles

Algún punto perdido del universo

¿Dónde estamos? ¿Quiénes somos?

Descubrimos que vivimos en un planeta insignificante de una estrella ordinaria perdida entre dos brazos espirales en las afueras de una galaxia que es un miembro de un cúmulo poco poblado de galaxias arrinconado en algún punto perdido de un universo en el cual hay muchas más galaxias que personas.


Carl Sagan, Cosmos

Imagina que eres un personaje

Ve teatro de sombras e imagina que eres uno de los
personajes. O todos ellos.


Ron Padgett

lunes

Control

Deseaba controlar una realidad dramática que conocía, que me interesaba. Para ello me hice director de cine.


Blake Edwards