Rosa Ingelmo tenía contratada por horas a una mucama.
Cuando Rosa viajaba a Córdoba para ver a sus padres, la mucama se ponía su ropa y sus perfumes, se sentaba en su butaca y a veces, si estaba de humor, salía a cenar o al teatro con el marido de Rosa Ingelmo.
Cuando Rosa volvía a casa tenía mucho trabajo de plancha acumulado.
Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas
No hay comentarios:
Publicar un comentario