martes

Soñar que termina un año

Sueña el rey que es rey, y vive

con este engaño mandando,

disponiendo y gobernando;

y este aplauso, que recibe

prestado, en el viento escribe,

y en cenizas le convierte

la muerte, ¡desdicha fuerte!

¿Que hay quien intente reinar,

viendo que ha de despertar

en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,

que más cuidados le ofrece;

sueña el pobre que padece

su miseria y su pobreza;

sueña el que a medrar empieza,

sueña el que afana y pretende,

sueña el que agravia y ofende,

y en el mundo, en conclusión,

todos sueñan lo que son,

aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí

destas prisiones cargado,

y soñé que en otro estado

más lisonjero me vi.

¿Qué es la vida? Un frenesí.

¿Qué es la vida? Una ilusión,

una sombra, una ficción,

y el mayor bien es pequeño:

que toda la vida es sueño,

y los sueños, sueños son.


Pedro Calderón de la Barca, La vida es sueño (Acto II, escena 19)

Hormiguitas aplastadas

Están las 47 estructuras irrepetibles de copos, la autoparodia y la densidad de varias biografías que giran alrededor de un personaje, un niño excluido que se protege tras un superpoder imaginario. Hay humor, sofocos, tedio, sueños y melancolía, que se despliegan en 360 páginas de colores vivos repletas de recovecos narrativos, callejones sin salida y caminos secundarios. Ware no ha nacido para fomentar la comodidad de sus lectores: puede ofrecer dos historias en paralelo en la misma página, expresar sentimientos con formas geométricas o incluir 176 viñetas en el comprimido espacio que marcan 16x32 centímetros.

 “Trato de producir, con imágenes y palabras en una página, la intensidad más compleja del sentimiento humano que pueda, así como crear la sensación de vida más abrumadora e inmersiva posible”.

(...) lo que convierte sus libros en palabras mayores es su ambición clásica, su afán por desmenuzar una biografía desde lo insignificante a lo trascendental, de la hormiguita aplastada por un niño a la obsesión por el sexo, del cupcake (magdalena) a la discriminación racial. 

Artículo sobre Chris Ware en El País, 29-12-2019


viernes

El ruido y la furia


Chica encontrada en el Metro de Madrid con
'El ruido y la furia' en la mochila

La primera parte de El ruido y la furia es como una prueba de fuego. Si consigues leer eso y no arrojar la novela por la ventana con gesto de cólera infinita, pasas la prueba. 


Esta vez me he saltado la prueba de fuego, porque a mi edad ya no estoy para pruebas, y me he ido a la segunda parte, que me gusta más. Puedes hacer eso con las joyas de la literatura universal. Ellos, los escritores, no lo notan, porque están muertos.


Manuel Vilas


domingo

Hechos y posibilidades

Voy a contar lo que me ha pasado y lo que no me ha pasado. 


La posibilidad de que no me haya pasado nada es la que más me estremece.


Marta Sanz, Clavícula

sábado

Los feroces momentos corrientes


Nada distingue los recuerdos de los momentos corrientes: no se descubren hasta más tarde por sus cicatrices.


Chris Marker, La Jetée (1962)


Además del relativo hermetismo de sus trabajos, el desconocimiento acerca de la figura de Marker fue alimentado por él mismo; se negó casi sistemáticamente a conceder entrevistas, y se divertía ofreciendo versiones contradictorias acerca de los eventos de su vida y juventud. Como anécdota, cada vez que alguien le solicitaba una fotografía suya para ilustrar un reportaje, un libro o una entrevista, Marker enviaba, cuando lo hacía, una foto de su gato preferido.

viernes

Historia verídica

En el segundo siglo de nuestra era, Luciano de Samosata compuso una Historia verídica, que encierra, entre otras maravillas, una descripción de los selenitas, que (según el verídico historiador) hilan y cardan los metales y el vidrio, se quitan y se ponen los ojos, beben zumo de aire o aire exprimido; a principios del siglo XVI, Ludovico Ariosto imaginó que un paladín descubre en la Luna todo lo que se pierde en la Tierra, las lágrimas y suspiros de los amantes, el tiempo malgastado en el juego, los proyectos inútiles y los no saciados anhelos.


Jorge Luis Borges, Prólogo a Crónicas Marcianas de Ray Bradbury

jueves

Bucles


A mitad de camino entre la inquebrantable inmensidad cósmica del espacio-tiempo y el incierto y misterioso titilar de los cuantos, los seres humanos, más semejantes a un arco iris o a un espejismo que a una gota de lluvia o una roca, somos impredecibles poemas que se escriben a sí mismos. 


Douglas Hofstadter, Yo soy un extraño bucle

Las filas del miedo

Si queréis conservar el pan y la esperanza, destruid vuestras papeletas, haced pedazos los vidrios de las oficinas, abandonad las filas del miedo.

Albert Camus, Estado de sitio

domingo

Tratando de hacer

Para mí todo está en grado de tentativa, todo lo estoy tratando de hacer.


Francisco Hernández

sábado

Y te da té, y naranjas de la China


Suzanne te lleva a su escondite, al lado del río/
Puedes
oír las barcas pasar de largo/Puedes pasarte toda la noche a su lado/Y sabes que está medio loca/pero ese es el motivo por el cual estás allí/Y te da té, y naranjas de la China/Y cuando tratas de decirle/que no tienes amor para ofrecerle/te coge y te mece en sus brazos/dejando que sea el río el que conteste/que siempre has sido su amante/Y quieres viajar con ella/Quieres viajar a ciegas/Y sabes que confiará en ti/por haber tocado su cuerpo perfecto con tu mente


Leonard Cohen, Suzanne

Narración

La muerte es un arranque demasiado socorrido en casi cualquier narración.


David Aceituno, Augurio

viernes

Agujeros negros

Hay hombres que a los 50 años dan la vuelta a una esquina y se encuentran con la calle en la que fueron jóvenes. La vida, como el espacio sideral, está llena de agujeros negros por los que, si te cuelas, llegas en cuestión de segundos a las zonas más alejadas de tu biografía. Los agujeros negros de la vejez, por ejemplo, se comunican con los de la infancia, mientras que por los de la madurez se llega a la juventud.


Juan José Millás, Volver

La retirada

Tras su muerte, dejó esposa, hijos, nietos, ninguna aventura fuera del matrimonio, ninguna carta de amor. A lo que con más intensidad dedicó Herman Melville su vida fue a viajar, huir, escribir, escribir y escribir, incluso durante el último periodo, conocido como la retirada de Melville (Melville’s withdrawal).

Enrique Vila-Matas

miércoles

Interrumpir

En Wakefield, cuento inolvidable de Nathaniel Hawthorne, hallamos una de las interrupciones más emblemáticas, por excelencia. (...) es aquel marido que se despide de su mujer por unos días y no es visto por nadie en 20 años. En el centro de Londres se desvincula del mundo. Se instala en secreto en una casa del barrio y espía a su esposa en su viudez. 


Un día, pasados ya 20 años, llueve. Le parece ridículo mojarse cuando ahí tiene su casa, su hogar. Sube pesadamente la escalera y abre la puerta. Saluda a su mujer como si no hubiera existido interrupción alguna en sus vidas.


Enrique Vila-Matas, El País, Ideas para interrumpir