Dejaba notas manuscritas en los buzones de las casas donde figuraban nombres de parejas.
Los papelitos, escritos con una letra cuidada y en tinta azul, citaban a la persona cuyo nombre figuraba en el buzón en una cafetería a una hora de la tarde en la que la gente suele estar libre.
Si no podían acudir, los citaba en segunda y última convocatoria el domingo por la tarde.
A esa hora acudían todos.
Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas
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