miércoles

La primera bocanada

En septiembre de 1989, cuatro años antes de que Nanni Moretti recorriera con su Vespa las calles de Roma en agosto, Roberto hizo lo mismo por los barrios de Madrid. 


La motocicleta la encontró en el patio de la casa vieja de sus tíos. Llevaba unos años bajo un plástico que un día fue transparente. Fue allí con su primo Julio un sábado por la tarde para buscar unos papeles que su tía necesitaba para cobrar no sé qué pensión del Estado. Roberto se entretuvo mirando periódicos viejos, un cajón lleno de novelas de quiosco, y una caja de galletas repleta de fotografías en blanco y negro en las que antepasados sin memoria le miraban ciegos y aterrados.


Cuando su primo dio por encontrados los papeles, Roberto acababa de encontrar las revistas prohibidas de sus primos mayores. ¡Deja eso guarro! le dijo Julio mientras le daba con una carpeta azul en la cabeza, Roberto se avergonzó y disimuló preguntando por el viejo patio que recordaba desde pequeño. Salieron, la puerta chilló como si llevara todo ese tiempo durmiendo y Julio descubrió la moto apoyada contra unos ladrillos polvorientos.


Roberto se pasó el domingo arreglado la Vespa, a las nueve de la noche, en el momento en el que el Atleti empataba en la radio un partido caótico, Roberto consiguió que la moto diera su primera bocanada, el humo que expulsó fue tan intenso que pensó que aquello sería un buen difuminado para pasar a otra escena.


R.M. Esteve, La bañera medio llena, Ed. La blanca doble, Madrid, 1999, p. 56.

martes

Arponero

Leyendo hace poco a Cervantes pasó por mí un soplo que no tuve el tiempo de captar (¿por qué?, alguien me interrumpió, sonó el teléfono, no sé), desgraciadamente, pues recuerdo que me sentí impulsado a comenzar algo... 

Luego, todo se disolvió. Guardamos todos un libro, tal vez, un gran libro, pero que en el tumulto de nuestra vida interior rara vez emerge o tan rápidamente que no tenemos tiempo de arponearlo.

Julio Ramón Ribeyro

Antes que tú

Roma ante Romulum fuit.
(Roma fue antes que Rómulo).


La soledad fue antes que tú.

Nazaré Lascano


lunes

Curiosidad fútil

Mi curiosidad, que antaño me había parecido el resorte mismo de mi pensar, y uno de los fundamentos de mi método, solo se ejercía ahora en las cosas más fútiles; abría las cartas destinadas a mis amigos, que acababan ofendiéndose; aquella ojeada a sus amores y a sus querellas conyugales me divirtió cierto tiempo.


Marguerite Yourcenar, Memorias de Adriano

martes

Un invierno seco

Darío tardó demasiado en darse cuenta de que Carolina Suances tenía cualidades extraordinarias. Tardó demasiado tiempo en saber que tenía un sentido del olfato fuera de lo común y que, a cambio, su piel no reconocía ningún estímulo.

La primera vez que se acostaron no se dio cuenta. Su mente estaba nublada por el cuerpo de la periodista, sus ojos se centraron en dibujar un plan meticuloso trazando líneas imaginarias por las que recorrer todo aquel territorio. 

En aquel momento no supo ver que ella no olía como huelen las mujeres en el sexo, no supo ver que ella no le sentía, que aquello era como un baile sin música, como un banquete sin vino, como un invierno seco.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas


sábado

Diferencias

El tiempo no existe, la única diferencia entre el pasado y el futuro es que el segundo no lo recordamos. 

Terry Salgado



Vía de escape

Qué desgarramiento es vencer y saber, que ya se ha comprometido uno a continuar por el camino elegido y no se conocerá la vía de escape del que fracasa.

Italo Calvino, El barón rampante

Puertas abiertas

Me gustaba aquella mujer porque olía bien. No sé definir qué es oler bien, pero su olor me llenaba, me embriagaba al alma, azotaba mi interior hasta hacerme alcanzar algo así como un orgasmo olfativo.

Podía decir, en una aproximación mediocre, que olía a un pedacito de dulce de leche recién sacado de la nevera, a almendras verdes masticadas, a carbón mojado, a cuando se abre una puerta de un patio a las cuatro de la mañana, a la leña de una chimenea en el punto exacto en el que va a empezar a arder y se queda en nada.

Terry Salgado, El informe amarillo

Líneas enemigas

Pasé años viviendo tras las líneas enemigas.


Terry Salgado

viernes

La sabionda

Los juegos de palabras. Temí ese momento desde el primer día, el momento en el que me preguntaran por aquellos juegos llenos de inventiva y vacíos de contenido de los libros de la doña.

— Es usted una maestra del uso del lenguaje. En sus cuentos sus personajes juegan con las palabras como si fueran niños en medio de una fiesta infantil.

Hizo una pausa, el auditorio respiraba, aquella sabionda pretendía que yo respondiera.

— ¿Qué tiene que decir al respecto?
— No sé... ¿que todas las fiestas con niños son infantiles? 

El auditorio rio como un monstruo constipado, la sabionda primero se puso colorada, pero después se sintió una invitada preferente en aquella fiesta y rio también, estaba encantada. Tan encantada que siguió estirando la goma.

— Por lo que veo el juego continúa. ¿Le divierte cambiar, distorsionar el lenguaje o solo es un recurso literario?
— Me divierten los recursos literarios.

El público volvió a reír y yo no sabía cuanto tiempo podía seguir diciendo estupideces, por suerte alguien más estaba pidiendo el micro, era un chico muy joven con gafas y pelo largo, parecía que él me salvaría.

— Mi pregunta es sobre las braguitas rojas de sus personajes femeninos, ¿podría explicarnos esa obsesión?

Volví mi cara buscando con la mirada a la sabionda. La muy cabrona ya no estaba allí.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas



Glutamato literario

En uno de sus cuentos encontré a un personaje simplón, poco llamativo, sin atractivo. Aquel personaje, sin embargo, debía tener algún ingrediente adictivo, una especie de glutamato literario que me hacía imposible dejarlo. Miré las páginas que tenía aquel relato, las pasé con cuidado para no leer de forma accidental algo que me desvelara la trama. En realidad no había trama que desvelar, el personaje deambulaba por el cuento como un parado deambula por las calles del centro de lunes a viernes.

Treinta y seis páginas. No estaba mal para no tener trama.

Volví atrás, busqué el punto y a parte en el que me había refugiado y continué leyendo con la curiosidad morbosa de saber dónde llevaría aquel camino entre algodones. Aquel personaje resultó ser un detective poco atractivo en medio de un caso que alguien le había encargado por medio de una carta y que había sido pagado generosamente para que encontrara a una mujer desaparecida. 

El detective simplón se definía a sí mismo como un hombre en el que se podía confiar e inició la investigación a pesar de no saber ni quién le había contratado ni a quién tenía que encontrar.


Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

La duda

La duda, que es el signo de mi inteligencia, es también la tara más ominosa de mi carácter.


Ella me ha hecho ver y no ver, actuar y no actuar, ha impedido en mí la formación de convicciones duraderas, ha matado hasta la pasión y me ha dado finalmente del mundo la imagen de un remolino donde se ahogan los fantasmas de los días, sin dejar otra cosa que briznas de sucesos locos y gesticulaciones sin causa ni finalidad.


Julio Ramón Ribeyro, Prosas apátridas


jueves

La esquinita

Raquel llegaba a la oficina todos los días a las ocho y cinco minutos. El señor Vargas, que era muy estricto con todos nosotros, nunca le dijo nada por esos cinco minutos de retraso. Parecía que todo se debía a que la ducha de Raquel tenía un pequeño problema y el agua caliente tardaba cinco minutos en salir por la alcachofa.

Era comprensible, nadie lo mencionó nunca.

Raquel llegaba todas las mañanas sonriente, daba los buenos días y se sentaba a su mesa, tras abrir su ordenador recibía la primera llamada, entonces se levantaba y caminaba, muy cerca de mi mesa, en dirección al despacho de Vargas. Cuando pasaba dejaba un rumor de hojas mojadas y yo aspiraba hondo y en silencio, cerrando los ojos, imaginándola durante esos cinco minutos de espera, apartada en una esquinita de su ducha mientras el agua iba tomando la temperatura ideal.

Terry Salgado, El informe amarillo

martes

Piezas


Darío en su simplicidad, recordemos que era un ser esencialmente simple, se dirigió a la ferretería a buscar a indagar, a tratar de saber si aquellos vómitos recurrentes procedían de la dependienta.

La chica estaba enfundada en una bata azul oscura, como es norma entre los ferreteros, cuando entró Darío estaba atendiendo a un cliente de manos gruesas y ennegrecidas, un cerrajero, o un mecánico que hablaba con seguridad de piezas de las que Darío no había oído hablar jamás.

Todo parecía muy complicado, pero no le dio importancia porque, desde pequeño, cualquier mecanismo le parecía complicado.
Esperó a que la chica acabara de atender al mecánico. Cuando se miraron se sonrieron, la muchacha se pasó la mano por la trenza. Siempre peinaba una trenza muy larga y apretada.

Darío le preguntó si se encontraba bien y la chica pensó que se preocupaba por ella.

— ¿Viene a por su frasquito de aceite?
— ¡Vaya! Se acuerda de lo que pido, seguramente para vos soy el tipo del aceite.
— Poca gente compra esa marca.
— Hoy no vengo por el aceite.

La chica pensó que iba a decir "Hoy vengo por vos", pero al ver que callaba tuvo que tomar ella la palabra.

— ¿Qué necesita?
— Necesito que me responda a algunas preguntas.

Aquello cada vez pintaba mejor. La dependienta volvió a tocarse la trenza y notó cómo sus lentes se empañaban.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas




lunes

Escritor malo

Fue durante aquella época y durante aquellas calles cuando se encontró con la mujer que vomitaba.

Primero encontró su vómito y lo apuntó en su libreta porque tenía que escribirlo todo como un escritor malo a la búsqueda de historias. 

Días después encontró a la mujer que vomitaba. Primero le dio asco, después pena y por último sintió una atracción morbosa y decidió conocerla aunque para ello tuviera que usar su condición de policía.

Nazaré Lacano, Cuentos de Parque Chas





Recurrente

En su búsqueda Darío pasó más tiempo del necesario recorriendo las calles en torno al supuesto lugar del crimen. Hubo gente que empezó a reconocerlo y algunos a saludarle. La mayoría pensaban que era policía y los que no lo pensaban creían que era un pobre loco jugando a ser policía. Todos tenían razón.

Pasaron varias estaciones climatológicas durante los días de calle de Darío. En la de las lluvias empezó a fantasear con estar en un país cálido, en un sitio cutre de ricos cutres con sombrillas de paja y tumbonas con rayas azules sobre cualquier fondo. Y el mar, y las chicas claro. 

Darío se pasó una mañana entera fantaseando con una chica a la que solo sabía ponerle el rostro de la empleada de la ferretería donde compraba el aceite especial para su arma reglamentaria. La muchacha no era especialmente linda, pero aquella imagen recurrente, como la lluvia, debía tener alguna razón de ser.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

domingo

Curarse

Siempre estoy curándome de algo que me ha herido.


[…] Pendo de un hilo. Cualquiera,  con  un  movimiento  de  tijeras,  puede  cortarlo. 

 

Rafael Chirbes, Diarios. A ratos perdidos

Reflexión muy corta

Creo que los escritores deberían hablar poco en privado y nada en público, creo que deberían escribir poco o, en su defecto, escribir mucho y corregir mucho más, hasta que quede poco. 

Creo que deberían leer más a otros escritores, pero solo a los que merezca la pena leer. Y escuchar solo a los que sepan hablar, que son muy pocos.

Terry Salgado

sábado

Esa pasta viscosa

Una noche, en el hotel, me meto en la cama con un libro de cuentos de la autora desconocida. Trato de buscar algo, como una lectora con pretensiones, como una señorita apasionada de un club de lectura para listos.


Hace tiempo que sé que no soy lista así que salgo pronto de ese fango. Entro en otro, en esa pasta viscosa que solo ocurre de noche, en medio de ese silencio inexplicable que a veces se produce en edificios del centro de ciudades grandes y ruidosas como Madrid. Es el momento en el que lo de dentro se mezcla con lo de fuera.


Las historias, a pesar de estar llenas de artificios y de lugares comunes penetran en mí como un amante desapasionado. Van socavando mi interior con lentitud y habilidad y, en su avance, van enseñándome rincones olvidados o de los que ignoraba su existencia.


La mayoría son historias de muertos y pienso que esta cabrona es una morbosa que tiene algún problema grave en su cabeza, necrofilias enfermizas de las que trato de alejarme porque no soporto que las lance de forma tan simplona en esos cuentitos para monjas. Después voy sucumbiendo como una colegiala inexperta; y frase a frase, caricia a caricia, veo que no, que solo es una pobre mujer atada a muchos cuerpos, que es muy vieja aunque no lo sepa porque está rodeada de gente que ya no existe y que se ve obligada a rebuscar entre despojos de difuntos. 

Tardo en dejarme llevar, en reconocer que entre esos despojos a veces encuentra una belleza inexplicable.


Cuando ya el sueño me hace dar cabezadas, cuando la pasta viscosa se confunde conmigo, me doy cuenta de mí misma y de que yo también escribo demasiado sobre muertos, míos o de otros, y de que ya no me producen angustia, pena o temor, que los reconozco, que yo también soy vieja de repente.


Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

Hacer tiempo

Nos pasamos la vida buscando si hay algún método para viajar al pasado o al futuro, cuando lo verdaderamente complicado es permanecer en el presente. 


Basta con quedarse quieto para viajar al futuro de forma inevitable. A la vez, ‘Vivir’, para mí es “hacer tiempo” entre otras cosas porque resulta coherente con ‘Morirse’, que en mi Verbolario es “hacer sitio” (risas).


Rodrigo Cortés

Silencios

¿De qué le servía a Tomás ser actor si no era capaz de comunicarse con nadie? Si lo hubiera sido quizás le habría podido decir a Darío que conocía uno de aquellos cuerpos, un cadáver desconocido con la única señal de una pequeña cicatriz en la rodilla izquierda y la marca que dejan las lentes en las personas que las llevan desde hace demasiado tiempo.

Si tan solo hubiera hecho un gesto que le hubiera permitido a Darío intuir algo, seguro que el detective no hubiera empezado a hablar de aquel cuerpo de aquella forma tan estúpida y no hubiera hecho que Tomás se avergonzara, aún más, de sí mismo y de su silencio.


Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

viernes

La vergüenza

Temo que me vean vomitar no por el acto físico, del mismo modo que no temo las peleas por el dolor. 


Lo que temo es la vergüenza que produce el corrillo de curiosos que se agrupa alrededor de las peleas. 


Toteking, Búnker



Las manos

Mi viejo tenía las manos suaves y finas, como las de una mujer, y fue por sus manos que pudimos reconocer su cuerpo en el depósito de cadáveres. 


Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

jueves

Cosas que nunca podré hacer

Veo pasar por la place Falguiére a un muchacho barbudo que lleva a una adolescente en una moto y me digo: ¡esta es una de las cosas que ya nunca podré hacer! 


Julio Ramón Ribeyro. Prosas apátridas

Vida destilada

Estar vivo es enormemente aconsejable para el estilo y la creación. 

Todo parte de estar vivo y de tener una cierta cantidad de vida detrás. Todo acto de creación es vida destilada.


Rodrigo Cortés

Un sentimiento difuso

Condujo por una avenida muy larga, cada pocos metros se detenía en un semáforo en rojo. Ana Isabel, que estaba sentada a su lado, se quejaba cada vez que paraban. 

Él quiso explicarle que no era culpa suya, pero prefirió no decir nada porque desde que habían subido al coche  Anabel solo usaba expresiones ásperas y sabía que si se acercaba demasiado podía cortarse. La lengua de Anabel, sus palabras, iban de lo áspero a lo cortante. Estaba pensando en todo eso cuando sonó una sirena de una ambulancia. Se asustó y quiso echarse a un lado, pero la ambulancia pasó por el carril de enfrente, a su izquierda.

— Nunca sé por donde vienen. Esas sirenas son un horror.

Ana Isabel quiso decir que el horror era él, pero su propia lengua le pesaba demasiado en la boca y prefirió no decir nada, ni siquiera entornó los ojos. Miró por el espejo de su derecha cómo se alejaba la ambulancia y tuvo una especie de nostalgia o de premonición, un sentimiento difuso que se evaporó en cuanto él puso el coche en marcha hasta el siguiente semáforo.

Terry Salgado, El informe amarillo

miércoles

La nueva vida

Sintió que su vida se estaba volviendo del revés cuando empezó a hacer todas aquellas estupideces que hacía cuando tenía veinte años y que, ahora, ya no le parecían mal.


Ahora, por ejemplo, cuando iba en autobús imaginaba que era él el que iba conduciendo su propio coche, y la persona que se sentaba a su lado era alguien conocido, su hermano, su padre, un compañero de trabajo (si se trataba de hombres); su hermana, su madre, una compañera de trabajo o su novia/esposa (si se trataba de mujeres).

Hacía lo mismo en la cola de la farmacia y en la pescadería.


Terry Salgado, El informe amarillo


Disimular

Descubrió que no se expresaba bien, que cuando hablaba solía parecer estúpido. Es por eso que empezó a escribir, porque parecía menos estúpido tonto, porque disimulaba mejor.

Terry Salgado, El informe amarillo

martes

Vanidad

Cuando algo corre el riesgo de parecer inteligente rompo enseguida un vaso.  


Rodrigo Cortés

Ser otro

La Policía Nacional ha detenido en la localidad madrileña de Móstoles a un menor de edad que se hacía pasar por médico de emergencias y asistía a enfermos en sus viviendas, y llegó a contratar un servicio de ambulancias con el que acudía a los avisos domiciliarios.

El menor llamaba a los servicios de emergencias, identificándose como médico, para preguntar si había algún aviso urgente y se hacía cargo del mismo. Además de la asistencia domiciliaria, este individuo trasladó a un enfermo a un centro sanitario, donde solicitó su ingreso, señala la Jefatura Superior de Policía de Madrid en una nota.

https://elpais.com/espana/madrid/2022-11-02/

lunes

Definición

Ah, que tú escapes en el instante en el que ya habías alcanzado tu definición mejor.


José Lezama Lima