jueves

Recobrar la lucidez

La Tina arrojaba platos desde su ventana. Sobre todo hondos, pero también tiraba los vados y los de postre.

En el barrio todos lo sabíamos y evitábamos pasar por debajo, algunas veces los chicos nos poníamos en su acera en un juego estúpido como los que cruzan a toda velocidad las vías del tren cuando se aproxima una locomotora.

Algunos días se veían los trozos de platos de color blanco esparcidos por la calle buscando su propio orden. Cuando acabó con todos la Tina sacó la vajilla de su boda. Daba pena imaginarla abriendo su arcón de novia y sacando los platos que nunca había estrenado para estallarlos contra el suelo.

La Tina vivía en un cuarto piso y dejó de lanzar platos no porque recobrara la lucidez sino porque acabó con toda la vajilla.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas


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