sábado

Los detectives fuman

Los dos detectives, el real y el imaginario se encontraron en el anatómico forense. La morgue es un buen lugar para unir lo que no existe con lo que se imagina.

Darío salía con el rostro de Rosana Lewis en sus pupilas y Tomás aún no sabía a dónde dirigirse, las paredes blancas y el eco de los zapatos en el suelo eran un mal punto de partida para enfrentarse a un caso real.

A la altura de la máquina de café los dos hombres se cruzaron y aunque no se conocían se pararon.

— Disculpe — comenzó Tomás— busco a alguien que me pueda dar información sobre las dos chicas desaparecidas.

Darío, que aún sentía el frío de la cámara frigorífica en las sienes se paró y miró a Tomás o, mejor, miró a través de Tomás.

— ¿Me invitas a un café?
— Claro. — Tomás rebuscó en el bolsillo del pantalón.
— A cambio yo te invito a un cigarrillo.

Tomás sabía que debía tomar el cigarrillo y fumar como había ensayado, ahora era detective y los detectives fuman en las morgues.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

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