Lorenzo era un actor extraordinario.
— ¿Por qué me has engañado?
Yo no sabía responderle, él alzó la voz, el taxista comenzó a mirarnos por el espejo retrovisor. En la parte de atrás una pareja que en principio parecía que no iba a dar problemas empezaba una pequeña obrita de teatro.
— Qué por qué me has engañado, perra.
¿Perra? Lorenzo puso su cara muy cerca de la mía, yo tenía que decir algo para que no gritase.
— ¿Qué dices? ¿Cuándo te he engañado yo?
— Durante toda la cena, ¿crees que no me fijé en lo que hablabas con ese estúpido de Luis Fierro?
¿Luis Fierro? ¿Cómo podía saber Lorenzo lo de Luis Fierro? A penas hablamos cuatro palabras en los postres y coincidimos un instante en la terraza, después del café.
— Luis es un amigo, el prometido de mi amiga Magda, solo hablamos de su trabajo y del viaje que hicieron el verano pasado a...
— ¿El viaje? ¿tu amiga Magda? — Lorenzo seguía usando un tono de voz demasiado alto— ¿crees que me chupo el dedo yo?
— Sí, el viaje, solo hablamos del viaje y de trabajo.
— ¿Me tomas por tonto Naza, es eso?
— Yo no te tomo por tonto, te digo de lo que hablamos.
— ¿Y la nota?
— ¿Qué nota?
— Qué mala respuesta Naza ¿y tú quieres ser escritora?
— No hay ninguna nota.
— Saca la nota que te dio.
— Estás loco Lorenzo, no hay ninguna nota.
— Saca la nota o te la saco yo.
El taxi paró y nos echó a la calle.
Lorenzo caminó hasta el hotel sin hablarme, cuando llegamos fui al baño y escribí una nota para él.
— ¿Ves, Naza? No pasa nada porque me cuentes las cosas.
Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas
No hay comentarios:
Publicar un comentario