sábado

El nuevo mundo

Los primeros días de estar en Madrid me colocaba junto a la gente en los pasos de peatones y simulaba que eran algo mío. Mi madre, mi hermana, mi novio. 


A veces caminaba unos metros a su lado hasta que se daban cuenta y se giraban extrañados. Yo, según tuviera el ánimo, les sonreía y les contaba que recién acababa de llegar de Buenos Aires, y que me encontraba sola y que no conocía a nadie acá. Otras veces me hacía la despistada y seguía caminando sin mirarles a la cara hasta que me desviaba disimulando. A veces también me hacía la ofendida "¿Por quién me toma? Crees que yo iría con vos a alguna parte?" No está bien usar el vos en España, el tú es más efectivo y no te retrata. Yo uso el tú con mucha facilidad, es como un golpe en medio de la cabeza, "¡Tú!" "¡Eh tú!" Me encantaba pronunciarlo.


La gente suele ser amable en estas calles, aunque seas la loca de los semáforos, son muy amables los chicos más jovencitos que se alegran de que una mina se les acerque y les cuente su vida. A uno de esos chicos me lo llevé como el que se lleva un souvenir. Era Carlos, mi enlace con el nuevo mundo.


Nazaré Lacano, Cuentos de Parque Chas

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