Los puentes son como las personas, siempre van de un lugar a otro, quizás son como las buenas personas.
A veces los puentes son una trampa, unen espacios que no llevan a ninguna parte o, peor aún, que te llevan al final. A veces es mejor no llegar.
En el primer puente al que llegó Darío el tráfico era endiablado, apenas una acera estrechita permitía pasar a los peatones que tenían que arrimarse a la barandilla para no ser atropellados o golpeados por algún vehículo demasiado grande o que pasara demasiado cerca.
Hubo conductores que gritaron a Darío, hubo quien le insultó y quien le llamó loco, alguno le tiró una colilla. Hasta que una mujer se apiadó de él y le pidió que subiera a su carro. Darío subió sin pensarlo, solo pensó que no quería morir allí arriba como un estúpido.
Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas
No hay comentarios:
Publicar un comentario