domingo

Humedad


Tres mañanas de domingo estuvo Darío recibiendo a la ahogada en su casa.


Llamaba al timbre de madrugada y, cuando Darío salía, todo le parecía un sueño, hasta que amanecía y sentía que ella seguía allí, al otro lado de la puerta. Entonces Darío se quedaba detrás, agazapado, con el corazón golpeándole el pecho y sintiendo la humedad de la ahogada que se colaba por las rendijas hacia el interior. 


Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

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