martes

Musicalidad

Sin yo pretenderlo empecé a hablar y a escribir como la escritora argentina a la que ponía cara. Lo de hablar era, en efecto, una manera de hablar ya que nadie conocía su voz, que ahora era la mía. 
La mía.

Lo de escribir era peor porque estaba copiando su estilo, o quizás era ella la que me estaba vampirizando. Y no me gustaba nada escribir así, repitiendo las dos últimas palabras de cada párrafo para encontrar un absurdo ritmo, una absurda musicalidad. Absurda musicalidad.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas


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