miércoles

Maravillas

No diré su nombre porque creo que lo que hizo es un delito.

Lo llamaré Enrique, en honor a Vila-Matas, o quizás de otro modo si encuentro un nombre lo suficientemente neutro o creíble. 

Enrique comenzó a trastornar el mundo introduciendo pequeños cambios en su entorno. 

El primer día insultó a una mujer que salía de un oficina en el centro. Fue un insulto grave, desequilibrador, de esos que te llegan a la corteza del cerebro. 

El segundo día bajó los interruptores de la electricidad del bloque de viviendas donde vivía, después cortó los cables y escuchó como daban golpes en la puerta metálica dos personas atrapadas en el ascensor.
 
Por la noche salió a la calle a llamar a los timbres, eran las dos de la madrugada, empezó tímidamente, pero en cuanto escuchó la primera voz adormecida se emborrachó de éxito  y comenzó a pulsar botones sin medida. Corrió por las calles como un loco hasta que al doblar una esquina tropezó con un pareja y cayeron al suelo "Fue maravilloso, ella se hizo una herida en la mano y él quiso pegarme".

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

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