jueves

Agujeros

Me acostumbré a ir por el mundo con agujeros en los calcetines.

Mi padre llevaba siempre agujeros, y mi madre también, aunque pocas veces usaba calcetines.


No podíamos remediarlo, recién acabábamos de comprarlos, los estrenábamos por la mañana y a la noche ya tenían un agujero en la punta, junto a los dedos.


No se sonrían, las uñas siempre al ras, siempre bien cortadas porque papá sufría mucho de los pies y nos acostumbramos todos a ir a un podólogo que tomaba los pies entre las manos como el que toma un bebé recién nacido.


Nunca lo hablamos, pero estoy segura de que tanto mis viejos como yo disfrutábamos demasiado yendo al podólogo, era una especie de cita secreta de la que nunca contábamos demasiado.


Creo que, tal vez, lo de los agujeros en los calcetines tenga algo oculto o erótico que nunca he sido capaz de explicar.      

      

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas                                                

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