lunes

Al oeste de Malibú

El verano que trabajé en la hamburguesería cometí varios errores. 
Una tarde empecé mi turno y olvidé mi uniforme. No me daba tiempo a volver a casa así que tuve que tomar prestado el de Lidia, una compañera mayor que yo con la que no tenía muy buena onda.

Durante todo el turno me comporté como si fuera ella, su uniforme era prácticamente igual al mío, solo me quedaba un poco más ajustado y más corto porque Lidia era muy flaca. Pero yo comencé a actuar de forma distinta, más rápida, más eficiente, más simpática.
Apuntaba las comandas igual que lo hacía Lidia, las pasaba a los cocineros usando sus mismas frases y las servía con la mano izquierda, igual que hacía ella.

Disfruté siendo Lidia y esa tarde conseguí más propinas que nunca y un cliente con una sonrisa de Brad Pitt apuntó su número de teléfono en una servilleta y la dejó junto a mi bandeja.
Al día siguiente Lidia ya sabia lo del uniforme, se enfadó mucho y yo le devolví sus propinas y la servilleta de Brad. No entendía nada, pero llamó al chico y comenzaron a salir juntos.
Mucho tiempo después, estando ya en España, me enteré de que aquel chico era actor de verdad y que Lidia y él terminaron viviendo juntos en una casa con jardín al oeste de Malibú. Tienen tres hijos y un gran danés.

Nazaré Lacano, Cuentos de Parque Chas

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