martes

Sin decir nada


Tardó más que de costumbre. A las diez y media aún no estaba en casa y la Pupila pensó que había elegido un mal día para su ética del azar. 

"Ha estado más de lo habitual en el bar con lo que habrá bebido más y traerá peor humor". Pensó en levantarse del sofá en el que esperaba a oscuras y volver a colocar cada bobilla en su casquillo. 

Lo pensó varias veces y a distintas velocidades, pero su pensamiento se fue enredando en otros asuntos y acabó oyendo como su marido llegaba y metía la llave en la cerradura. Enseguida pudo oír como pulsaba el interruptor de la luz del recibidor varias veces y, a lo lejos, su voz ronca.

— ¿Qué pasa? ¿No hay luz? ¡Pilar! ¿No hay luz?

Pilar siguió un rato sentada en el sofá con las piernas recogidas, sin decir nada.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas


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