sábado

Manual de espuma

Darío no puede dejar de mirar a aquella mujer. Busca en su rostro como el que busca en un mapa un lugar, un río, una ciudad o una montaña, algo que le indique que no es Joana.

Pero aquel rostro no es una representación y los labios los ojos o la forma de la nariz son los de Joana Yurineva, también los gestos y el tono de sus palabras. Cada vez que la traductora bebe de su vaso Darío aprovecha para mirla hasta lo más profundo.

Tras un trago largo Andrea lo mira fijamente.

—  ¿Qué necesitas que traduzca?
—  Informes.
—  ¿Solo eso? Pensé que iba a ser algo más emocionante.

Darío se fija en que a la traductora le ha quedado un bigotito de espuma sobre el labio superior, se siente intimidado por ese surco blanco que no puede dejar de mirar. Andrea lo sabe y no se limpia.

—  Son informes muy importantes, necesito total discreción.
—  Yo soy muy discreta.
—  Tendrás que firmar un acuerdo de confidencialidad.
—  No tenías que haber dicho que son tan importantes ahora te cobraré más.
—  Necesitaré fiarme de ti.
—  No te preocupes, en cuanto me limpie la espuma podrás empezar a fiarte.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas


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