Hasta que no se topó con Joana Yurineva el inspector Darío Varona no había tenido la suerte de conocer a ninguna mujer de las que llaman fatales en las novelas negras de los años cuarenta.
Hay un corredor invisible que une a los personajes de novela con los de carne y hueso y que tiene sus puntos de encuentro en los márgenes de la moralidad.
Joana Yurinova venía directamente de uno de esos márgenes y Varona se dedicaba a ganarse la vida en ellos. El encuentro llegó como llega el alba tras una noche de trabajo, de sexo o de dolor.
Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas
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