sábado

El ruso

Darío se pasa la tarde buceando en los archivos de varias familias con el apellido Yurinov e imprime varios informes, los mete en un sobre tamaño folio y los saca de la comisaría sin decir nada.

A las nueve de la noche Andrea lo espera en la cervecería de su primer encuentro donde lleva demasiado tiempo esperando y donde luce ya su bigote de espuma. Sus ojos brillan cuando ve entrar a Darío con un sobre color caramelo bajo el brazo y el inspector se fija en varios vasos que forman sobre la mesa una jugada de ajedrez que trata de interpretar.

—  No te dejes engañar por las apariencias, acabo de salir de clase.
—  ¿Eres profesora?
—  Sí, a parte de bebedora soy profesora.

Darío se sienta a su lado y Andrea acerca su silla a la de él.

—  ¿De qué eres profesora?
—  De literatura rusa, ¿te sorprende?
—  Me sorprende que necesites este trabajo.
—  Tú no sabes cuánto lo necesito.

Andrea alarga la mano y Darío le pasa el sobre.

—  No lo abras aquí, por favor.
—  ¿Crees que alguien se va a fijar en tus papeles?
—  Nunca se sabe.
—  Parece que el ruso eres tú.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas


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