viernes

Amaneciendo

La primera vez que se acostó con Darío coincidió con la mujer de los gemidos. 

Durante toda la noche Carolina actuó de forma extraña, tratando de evitar lo inevitable. Miró la hora más de lo debido y Darío pensó que quería que se marchara. Cuando, en medio de una risa nerviosa, ella le dijo que no se fuera, él no supo interpretar si ese era su estado natural o la reacción a una noche confusa.

En medio de la confusión y en medio de un café recién hecho en la cocina Darío la besó. Carolina tenía la taza en la mano y solo pudo abrazarle con el brazo izquierdo. Después se dio prisa en llevarlo hacia el dormitorio, pero ya estaba amaneciendo y la vecina no tardaría en comenzar su espectáculo.

Carolina se metió en la cama sin esperar a Darío que no estaba seguro de qué papel estaba interpretando. Después, mientras se acariciaban, empezaron a escuchar los gemidos y les pareció que alguien ya estaba haciendo el amor por ellos.

Nazaré Lscano, Cuentos de Parque Chas

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