domingo

Malcriadas

Una noche, después de acabar con todo el champán,  Lupe y yo llegamos a la conclusión de que el encierro no tenía sentido si podíamos salir del sótano cada vez que quisiéramos. No queríamos renunciar a las cajas, pero nos sentíamos unas estafadoras pensando que la gente las mandaban para dos criaturas encerradas por un loco cuando en realidad teníamos las puertas abiertas.

Llamamos a Lorenzo para contarle lo que habíamos pensado. Se enfadó porque estaba en medio de una timba y dijo que no tenía tiempo para dos malcriadas. 
No éramos mal criadas si acaso era él el que nos estaba malcriando. 

Pero a partir de la mañana siguiente, en medio de la resaca del champán, Lorenzo no apareció dejando cerrada la puerta del sótano. No supimos de él en varios días, teníamos para alimentarnos, pero tuvimos que empezar a no derrochar comida y después cuando aquello se alargaba tuvimos que racionarla. 

Lupe y yo éramos dos presas comiendo bombones belgas y bebiendo vino de Mendoza.

Aquello había cambiado. Habíamos pasado a estar encerradas de verdad, nuestras mentes empezaron a funcionar más lentamente, tuvimos que planear rutinas, tuvimos que convencernos de que Lorenzo no iba a dejarnos morir allí dentro.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas



No hay comentarios: