martes

Cristales rotos

Enrique Metinides Tsironides. Fue un fotógrafo precoz. De niño, fascinado por las tragedias y los accidentes, se dedicaba a fotografiar la pantalla del cine en las películas de gánsteres con la cámara Brownie que le regaló su padre. De ahí pasó a las calles, donde comenzó a tomar imágenes de coches accidentados. Allá donde veía un accidente, se detenía a retratar los golpes, cristales rotos y chapas abolladas que encontraba.

Su padre, que poseía un restaurante, comenzó a mostrar las fotografías que hacía su hijo a los policías que acudían a comer. Sorprendidos ante tal atracción por lo macabro, le invitaron a acudir a la comisaría, donde pudo, con la edad de 11 años, retratar su primer cadáver. Un día, fotografiando un coche que había sufrido un accidente, conoció a un fotógrafo de prensa que le invitó a ir con él en alguna de sus salidas. Desde entonces, poco a poco se fue introduciendo en el mundo del fotoperiodismo, abriéndose paso gracias a una pasión y una curiosidad infatigable.

[...] Metinides dedicó seis décadas de trabajo –atraído por catástrofes, accidentes y crímenes– conectado de manera permanente a la emisora policial o siguiendo el rastro de las ambulancias. Trataba siempre de ser el primero en llegar a la escena y disparar su cámara para contar la historia truculenta del día en la inmensa Ciudad de México. 

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