jueves

Linda

 
A Tomás nunca le oí decirme lo linda que estaba.


— ¿Por qué nunca me dices lo linda que estoy?
— Siempre estás linda, no necesitas que te lo diga.
— Sí, sí que lo necesito.
— ¿Qué dices? Es tan obvio lo linda que eres que no me sale decirlo.
— No me convence, yo creo que tienes una amante y que a ella si le dices lo linda que es.


Tomás calló, quiso sonreír, pero solo le salió una mueca de actor de cine mudo. 


A partir de ese día empezó a decirme lo linda que estaba. Lo decía por la mañana, después de la ducha, a la hora del almuerzo y antes de irnos a dormir. A veces me llamaba por teléfono para decírmelo.


Esto ocurrió solo un mes y medio antes de que me viniera a vivir a España.



Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas 


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