miércoles

Colisión de cosas y asuntos


A las ciudades se las conoce, como a las personas, en el andar.

[…] Sería interesante saber por qué al ver una nariz amoratada se da uno por satisfecho con reparar simplemente y de manera imprecisa en el color, y nunca se pregunta qué clase de tonalidad tiene, aunque, sin más, se lo podría expresar la medida de las vibraciones moleculares. Por el contrario, en asunto tan complejo como es una ciudad en la que se vive, se quisiera conocer todas sus peculiaridades. Esto nos desvía de lo más importante.

No se debe rendir tributo especial al simple nombre de la ciudad. Como toda metrópoli estaba sometida a riesgos y contingencias, a progresos, avances y retrocesos, a inmensos letargos, a colisión de cosas y asuntos, a grandes movimientos rítmicos y al eterno desequilibrio y dislocación de todo ritmo, y semejaba una burbuja que bulle en un recipiente con edificios, leyes, decretos y tradiciones históricas. 

Las dos personas que subían por una calle ancha y animada no caían en la cuenta.

Robert Musil, El hombre sin atributos

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