Cuando tomaba demasiado podía darle por lo inmenso o por lo minúsculo.
No sé qué era peor.
Si le daba por lo inmenso se podía tirar en medio de la calle con los brazos abiertos, echar a correr sin dirección o hacer unos aspavientos estrafalarios que imaginaba movimientos de algún tipo de arte marcial que solo él conocía.
Si le daba por lo minúsculo podía diseccionar cada frase, cada palabra y cada pensamiento hasta lo ridículo o hasta lo sublime.
Tanto da.
Nazará Lacascano, Cuentos de Parque Chas
No hay comentarios:
Publicar un comentario