martes

Fotos de novia

Muchas novias con su vestido blanco atravesaban el barrio los sábados y los domingos por la mañana.
Algunas veces también aparecían entre semana, pero entonces lo hacían con más rapidez, sin espíritu festivo, y casi nadie se daba cuenta.


La razón de aquel paso de mujeres a punto de dejar la soltería estaba en la costumbre de los fotógrafos de la zona de llevar a las novias a hacerse la última foto de solteras a un fresno que según decía la tradición daba fertilidad y garantizaba un matrimonio feliz.
Lo de la fertilidad casi seguro que les funcionaba a todas, lo de la felicidad seguro que no.


Alguna vez vi aquellas fotos en el escaparate del estudio de Renato. Clavadas con chinchetas, detrás de un expositor con marco y puertecilla de cristal que parecía imitar una urna funeraria.


Las novias también imitaban algo, incluso los novios imitaban un papel que no cumplirían, y el fresno también adquiría en las fotos más robustez y un color intenso que no le correspondía. El color era lo mejor y lo peor de aquellas fotografías, un color maravilloso, chillón, absurdo, irreal, un trocito de un mundo de mentira congelado para que mucho tiempo después cualquiera que lo viera se diera cuenta de que aquello era falso, que nada de lo que se fotografía es real.


Nazaré Lascano Cuentos de Parque Chas



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