martes

El embrague

 — ¿Por qué utiliza tantas metáforas en su último libro de cuentos? ¿cree que la literatura es, fundamentalmente, una metáfora? Si tuviera que prescindir de ellas, de las metáforas, quiero decir, ¿sus historias se sostendrían?


No tenía más de treinta años, era profesor de literatura, colaboraba en varias revistas literarias y escribía poesía en una editorial de provincias. Era el encargado de dirigir un coloquio sobre mi obra, la obra de ella, en un centro cultural de una ciudad con costa.
Pensé que tenía razón, también que estaba harta de aquel trabajo. Había varios tipos que me miraban y se relamían no sé si por mí o por mis libros.


— Tiene razón. 


Dejé pasar el tiempo a propósito. El presentador tuvo que retomar el hilo de la realidad.


— ¿En qué tengo razón? — sonrió para dejar claro que su pregunta no era un ataque.
— En que uso demasiadas metáforas.
— Bueno — se ruborizó— no digo que sean demasiadas sino que son muchas.
— Muchas y demasiadas a menudo es lo mismo.
— No sé— volvió a sonreír.
— Yo sí, la literatura no es solo metáfora, la metáfora es solo una herramienta, un embrague para que la maquinaria fluya.
— ¿El embrague es una metáfora?

El público rio, yo también, aquel tipo me gustaba.

— En mi caso la metáfora es el desembrague.

Se produjo otro silencio, el profesor-presentador volvió a ruborizarse, esta vez era difícil salir de allí.

— Entonces ¿cree que no son necesarias? ¿Cree que puede haber literatura sin...?
— Puede y debe. Le diré una cosa, se lo diré a todos ustedes.


Sin pensarlo me levanté de mi silla y me dirigí al auditorio.


— Les prometo que en mi próximo libro no habrá una sola metáfora. 

Y entonces, sin venir a cuento, como si hubiera dicho algo interesante, el auditorio estalló en un aplauso largo y sincero.


Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas


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