Cuando tenía a su alcance los abrigos que algunas mujeres dejaban junto al escenario, Luis G. saltaba a sus bolsillos. Allí dentro se encontraba con pañuelos blanquísimos bordados con rosas rojas minúsculas en sus esquinas, botecitos de colonia diminutos con la etiqueta dorada, monedas viejas y botones de colores de dos y cuatro agujeros.
En alguna ocasión encontró algunos objetos más personales, como la esfera de un reloj parado, billetes de lotería, pasajes del metro o del ferrocarril y un dedal metálico.
Luis se escondió en el bolsillo de la mujer del dedal.
Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas
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