viernes

Gálatas

Lo que menos soportaba de Jorge era las manchas de humedad que tenía en su departamento. Yo no podía dejar de mirar aquellas formas negras en las que él no veía nada a pesar de tener, cada una de ellas, cuerpo y rostro.


Una de las manchas, junto a la ventana del living, tenía la forma de una cabeza de San Pablo barroca y recién cortada. Si me quedaba alguna vez sola en la casa, la cabeza me hablaba. Me llenaba de reproches al estilo de sus cartas a los gálatas, era una cabeza puritana y me insultaba por tener relaciones con dos hombres.


Pablo de Tarso era el tercer hombre.


Eso no era lo peor, lo peor era el rapto de las sabinas que tenía en el techo del dormitorio.


Nazaré Lascano, Cuentos de parque Chas

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