viernes

Cosas estúpidas

De pequeña me interesaban cosas estúpidas, lo de estúpidas lo pensé después, con ayuda.


Me gustaban, por ejemplo, las señales de tráfico de las carreteras, pensaba que en sus símbolos había algo mágico, fascinante. Me pasaba los viajes con mis padres callada, absorta, girando la cabeza cada vez que pasábamos una señal que no había viso bien o no sabía interpretar.


Me encantaba interpretarlo todo con unas pautas delirantes. Vivía en el delirio.


En la adolescencia fui dejando todo aquello, me avergonzaban cosas que no le avergonzaban a otras chicas y me atrevía sin complejos con asuntos más comprometidos.

Los adultos y yo vivíamos en mundos distintos y los viajes con mis padres fueron haciéndose más complicados.


Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas


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