lunes

Recién llegada

Hace unos años, cuando todavía pensaba que conocía Madrid vino a visitarme Andrea. Era verano, creo, hacía calor y Andrea se quitó los zapatos en Ópera, yo la miré como si estuviera loca, era yo el que vivía allí, pensé, era yo quien tenía que haberme quitado los zapatos y haberla sorprendido.


Andrea siempre me sorprendía a mí.


La acompañé, le enseñé los bares donde me perdía por las tardes cuando salía de la academia, algún cine y alguna librería, ella asentía como si ya hubiera estado allí.
- ¿Ya habías estado en Madrid?
- No sé, creo que no, pero la conozco bien.


Pasamos dos días recorriendo calles que yo creía conocer y que Andrea renombraba para mí, comiendo en restaurantes que no aparecían en las guías, bebiendo cerveza en tugurios que no he vuelto a encontrar y comprando libros en librerías a las que nunca conseguí regresar. 

Cuando volvíamos a casa yo siempre pensaba que Andrea me engañaba, que había estado aquí mucho antes que yo.


Hoy he encontrado su nombre en un artículo de un periódico argentino, a mitad del texto explica como perderse por las mejores calles de Buenos Aires y da dos o tres trucos para encontrar libros descatalogados en varias librerías de viejo.


Seguramente acabe de llegar.


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