sábado

Poetas

El lago italiano de Garda tiene sus propios monstruos. Cuentan los lugareños que James Joyce quiso seguir el rastro de Goethe hasta Sirmione para invocar el espíritu del poeta Valerio Catulo, que en su privilegiado rincón de los Alpes dedicó sus versos al lago más grande de toda la península. 


También allí, cerca de donde se levanta hoy la mansión hedónica de George Clooney, María Callas agonizó de felicidad al lado de Giovanni Battista Meneghini. Entonces no conocía a Onassis.


Benjamín G. Rosado, Giacomo Manzoni, El Cultural

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