viernes

Usted no vive aquí


Cuando empezaron a confundirme con Carlos mi vida cambió. 

En el metro, una exnovia de Carlos empezó a gritarme que volviera con ella, un matón me dio una semana para pagar mis deudas y una anciana sacó un revólver mientras decía “Lo pagarás caro, Carlos”.

Llegué a casa desesperado, llamé y abrió una mujer que debía ser mi esposa.         
— Usted no vive aquí, si sigue molestando llamaré a la policía.

Ahora duermo en la calle, todavía oigo que murmuran “Pobre Carlos”. No sé cómo decirles que soy otro, alguien que perdió un metro que no ha vuelto a pasar.

A. Palacios, Dulces juegos de identidad



No hay comentarios: