(...) Lidia, aquella nativa de Cadaqués de la que Dalí comentó que poseía el cerebro paranoico más magnífico que había conocido nunca.
Lidia vio fugazmente en 1904 a Eugenio d'Ors y quedó tan impresionada por él que, diez años después, en el casino del pueblo, interpretaba los artículos que d'Ors publicaba en un diario de Girona.
Lidia los consideraba una respuesta a las cartas que ella le enviaba y que él jamás le contestaba.
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