miércoles

Un alto en la terapia (Historia de un guardabarros)

Abres la ventana y pasan cosas. A veces las cosas sólo necesitan que abras la ventana para comenzar a pasar.
La noche en la que ardió esa moto pasaron algunas cosas, muchas antes del suceso que condujeron hacia él, otras después -gracias al suceso- y otras tantas dejaron de suceder.
Yo no estaba allí o quizás sí, quizás iba en esa moto y salí disparado y abollé el casco contra el asfalto y ahora hay un trocito de asfalto abollado gracias a mi cabeza. Yo no corrí más de la cuenta aquella noche o quizás sí, quizás corrí a por la videocámara cuando oí aquel frenazo y las voces y las sirenas, quizás estaba discutiendo con mi mujer de algo importante que jamás volvimos a discutir... quizás aquel incendio evitó que nuestras vidas se quemaran o evitó que nos salváramos, no lo sé aún. Y hay más vecinos a los que le ha pasado lo mismo o justo lo contrario, que lo escriban, ellos sabrán.
Mi moto, ni un kilómetro más, ni uno menos, ardiendo con mil historias en su guardabarros.
Esta es, al fin, la historia de un guardabarros.
Arda y empiece el mundo.

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