domingo

Lección de arte con Sánchez Ferlosio (I)

(El bautista). La cabeza cortada tenía el oído contra la bandeja, como auscultando en el temblor del oro el tenebroso porvenir.


Rafael Sánchez Ferlosio

sábado

Lección de arte con Rafael Sánchez Ferlosio (II)

Mía es la venganza, yo la pagaré

Mihi uindicta, Ego retribuam

Si no debe ignorarse la intención pedagógica tradicional de la pintura cristiana, más inexcusable será pasar por alto la grandiosa lección de teodicea de una representación mundialmente conocida y admirada como la del Juicio Final en la Capilla Sixtina.

 

Sentado como en un escabel en la parte alta del centro del cuadro y con un tamaño algo mayor que el de las figuras que lo rodean, Cristo aparece semidesnudo, cubiertos sólo el hombro izquierdo y el regazo, el cuerpo levemente escorado hacia la izquierda como acompañando al rostro, que forma ya un perfil de algo más de tres cuartos hacia ese mismo lado; del poderoso torso se levanta el brazo derecho, bien musculado, formando un ángulo algo menos que recto con el antebrazo, que remata en la mano abierta, con los dedos separados pero curvados en forma de concha, como formando un espejo cóncavo que concentrase los rayos de luz, ahora rayos de ira, hacia el mismo rincón inferior de la izquierda al que apunta la mirada: el rincón más oscuro del cuadro, donde se retuercen los réprobos: la mano del Salvador no está salvando, está condenando. El Hijo no se hizo hombre para redimir a los hombres, sino para vengar al Padre. 


Rafael Sánchez Ferlosio, El País, 28/03/2010