sábado

No tenemos nada que darles

A veces he soñado, al menos, que cuando el Día del Juicio amanezca y los grandes conquistadores y abogados y estadistas vengan a recibir su recompensas -sus coronas, sus laureles, sus nombres tallados indeleblemente en mármol imperecedero- el Todopoderoso se volverá hacia Pedro y dirá, no sin cierta envidia cuando nos vea venir con nuestros libros bajo el brazo: "Mira, estos no necesitan recompensa. No tenemos nada para darles aquí. Les ha encantado leer".

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