domingo

Cruzar evidencias

"Hasta los paranoicos tienen enemigos", le dijo a su padre Ricardo Piglia. No es cierto que los paranoicos hallen enemigos en cualquier lado, es que los enemigos existen. Los enemigos forman parte de un sistema, de una conjura, los enemigos aplican la voluntad de poder de manera secreta, pero con método, siguen líneas de puntos. Los paranoicos solo pretenden desvelar un orden, un todo racional, en un mundo que se pretende irracional y con un amplio margen para un caos benévolo, el azar y el libre albedrío. Nade eso, dicen los paranoicos: todo lo rige una razón agresiva, fría, técnica. ¿Hasta qué punto es racional ese mundo alucinado de sospecha continua? ¿Tienen razón los que buscan una razón última? ¿Es demasiado patética esa búsqueda en los pasos de frontera de la locura? Los paranoicos son los monstruos de Descartes. La paranoia es el gran tema.
Antecedentes: Los anarquistas de Chesterton en El hombre que fue jueves, todo Kafka, el Tristero de Pynchon, la literatura americana de la conjura, la subliteratura de espionaje, la infraliteratura de la Teoría de la Conspiración y los expedientes X. La gran obra de Ernesto Sabato.
Si yo también fuera un paranoico -que no lo soy: me limito a transcribir la realidad y a cruzar evidencias, persigo a mis perseguidores- diría que la obra de Erneso Sabato sigue un plan en un mundo de ficción: sus tres novelas son en realidad una sola.

Francisco Casavella, Prólogo a Abbadón el exterminador


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