lunes

Marley estaba muerto

Marley estaba muerto, eso para empezar. No hay ni la más mínima duda. El certificado de su entierro había sido firmado por el sacerdote, el funcionario, el enterrador y el presidente del duelo. Scrooge lo firmó; y el nombre de Scrooge, en la Bolsa, era una garantía de cualquier cosa sobre la que él decidiera poner su mano. El viejo Marley estaba tan muerto como el clavo de una puerta.


¡Ojo!, no quiero decir que yo sepa, por propia experiencia, qué hay de particularmente muerto en el clavo de una puerta. Podría haberme inclinado, por mi parte, a considerar el clavo de un ataúd como el artículo más muerto del universo de la ferretería. Pero el lugar común contiene la sabiduría de nuestros ancestros; y mis indignas manos no osarán perturbarla, o si no la patria se disolvería. Así que ustedes me permitirán que repita, enfáticamente, que Marley estaba tan muerto como el clavo de una puerta.

Charles Dickens

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