sábado

Acelerar el corazón

Y nos fuimos a comer un bocadillo de calamares en un bar que está cerca del Museo Reina Sofía. Veía las rabas de calamar colgar de los labios de Joan, y sus dedos pelirrojos se llenaban de aceite de fritanga, y me sentía con ganas de besarla, pero no lo hice, para qué hacerlo, mejor verla comer los calamares, era más hermoso. 


Joan quería ver el Reina Sofía, pero le dije que los museos son obras de arte que hablan de la muerte, y para qué ver eso teniendo delante la vida de Madrid. Ya me estaba volviendo a enamorar. Que no hubiera nadie en Madrid, salvo los guiris, me aceleraba el corazón. Las inmensas avenidas, los semáforos en lo alto, como mástiles que ordenan nuestra vida.

Manuel Vilas, Madrid, El País, 13/08/2018  

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